ARTÍCULOS 2022

Magia

El pensamiento nacionalista catalán casa con la definición de magia que formulan la psicologia y la antropología. Para la psicologia, la màgia es un pensamiento fundado en la existencia de fuerzas ocultas capaces de influir sobre los acontecimientos valiéndose de ceremoniales diversos. Para la antropologia, la màgia es el conjunto de prácticas que producen resultados inimaginados. La psicologia afirma que el pensamiento mágico es propio de aquellos individuos que pierden el contacto con la realidad y se encierran en su mundo. Por su parte, la antropologia se detiene en el mago que facilita todo aquello –salud, trabajo, amor, reconciliación familiar, lluvia y lo que se quiera añadir- que se le pida.     

El pensamiento mágico nacionalista catalán -dipuesto a mentir y obrar milagros- continúa creyendo en la fuerza oculta de una nación catalana que conseguirá cambiar el rumbo de la historia. Por eso, el mago catalanesco, en su cueva, escenifica ceremonias –invocaciones a la amnistia y la autodeterminación, conjuros contra Esapaña, manifestaciones, autos patrióticos, pactos o acuerdos- encaminados a a la realización del deseo. Una falsa percepción de la realidad que satisface o consuela a quien vive en su mundo, es decir, en el engaño o el autoengaño. Una farsa que, por arte de magia, consigue que el fervorsoso confíe en el milagro y en el milagrero con sus pócimas y hechizos. Confíe, incluso, en el destino republicano de la nación catalana como si de una preordinación divina se tratara. Stephen L. Macknik y Susana Martínez-Conde (neurobiólogos, miembros de la Academia de las Artes Mágicas de Hollywood y autores del libro Los engaños de la mente, 2012) afirman que “los trucos funcionan porque el proceso de atención y consciencia del ser humano tiene un cableado fácil de piratear… lo que usted ve, oye, siente y piensa se basa en lo que espera ver, oír, sentir y pensar”. La simulación de la realidad. De eso vive el nacionalismo catalán. Con la ayuda, por cierto, de Pedro Sánchez.

(ABC, 30/12/2012)

Escocia

De las decenas de modelos de liberación nacional que el nacionalismo catalán ha tomado como ejemplo, ninguno le ha servido. Entre estos modelos destaca Escocia. Durante los últimos años, refutado el modelo quebequés –fundamento 103 del dictamen del Tribunal Supremo de Canadá de 1998: “cualquier tentativa de efectuar la secesión de una provincia de Canadá se deberá llevar a cabo de conformidad con la Constitución de Canadá”-, Escocia era la última esperanza del secesionismo catalán. Vana esperanza si tenemos en cuenta que en Escocia el derecho de autodeterminación nunca ha existido.  En Escocia, o para Escocia, la autodeterminación depende del consentimiento del Parlamento de Westminter. No de Edimburgo, sino de Londres. Cosa que el Tribunal Supremo del Reino Unido ratifica (23/11/2022) al señalar que la convocatoria de un   referéndum de independencia necesita el consentimiento del Parlamento de la Gran Bretaña. Mensaje del Tribunal: el Parlamento –a falta de Constitución- es la salvaguardia de la soberanía y la Nación. ¿Escocia? Ni referéndum de autodeterminación ni derecho a decidir. Un derecho a decidir que, por cierto, no existe -otra invención y/o engaño del nacionalismo catalán- en el derecho internacional. 

Para el nacionalismo catalán, la decepción es doble. En primer lugar, porque el Tribunal niega la legalidad de cualquier convocatoria de referéndum de autodeterminación. En segundo lugar, porque Nicola Sturgeon, ministra principal de Escocia, en su afán de buscar alternativas a la resolución del Tribunal, descarta explícitamente la declaración unilateral de independencia a la catalana. Es decir, la independentista Nicola Sturgeon, como el Partido Nacional Escocés que lidera, a diferencia del nacionalismo catalán y sus líderes y lideresas, acata la legalidad vigente. Aunque, cierto es que Nicola Sturgeon se ha contagiado de las prácticas del nacionalismo catalán al decir que las próximas elecciones generales serán un referéndum de autodeterminación de facto. No tienen remedio.  

(ABC, 23/12/2022)     

Lloriqueo

Al nacionalismo catalán se le da muy bien el lloriqueo. Ese llorar sin fuerza y sin causa que el nacionalismo escenifica especialmente en la cuestión de la lengua. El último lloriqueo lo protagonizó recientemente Pere Aragonès en el Foro de Naciones Unidas sobre Cuestiones de las Minorías. Habla el President en Ginebra: que si España ha implementado la “asimilación cultural” y la “substitución lingüística” en detrimento del catalán; que si España ha “minorizado” la lengua catalana y, por tanto, hay que preservar dicha lengua para garantizar los derechos lingüísticos de la ciudadanía. Todo ello, en una Cataluña que, según Pere Aragonès, “apunta al multilingüismo”. Pero, ha de ser un multiligüismo que no olvide el español, como hace la Generalitat. Si Cataluña es multilingüe, ¿de qué se queja? Pues, de que en Cataluña la política de imposición lingüística –el monoligüismo catalán que se propone substituir a la lengua española: ese es el objetivo-, impulsada por la Generalitat, ha fracasado de forma estrepitosa. Ello es así, porque el ciudadano –a pesar de la inmersión y la normalización lingüísticas en catalán- elige la lengua que prefiere. A fin de cuentas –cosa que nunca ha entendido el nacionalismo catalán-, es el hablante quien elige la lengua y no al revés.

El problema del nacionalismo lingüístico catalán se percibe en las palabras que Pere Aragonès pronunció en la presentación del plan de medidas urgentes para frenar el descenso del uso social de la lengua catalana. Habla el President: “queremos vivir plenamente y libremente en catalán”. Pere Aragonès –no es una broma- se olvida de que los catalanes, para vivir, necesitamos oxígeno. Quizá sea el ambiente enrarecido que se respira en Cataluña por falta de oxígeno, lo que lleva al nacionalismo a invertir los papeles de víctima y verdugo. En efecto, la Generalitat –además de incumplir la legalidad y las resoluciones de los Altos Tribunales- quiere minorizar el español con la consiguiente limitación de derechos de los ciudadanos. (ABC, 16/12/2022)

Apariencias  

De nuevo, los presupuestos de la Generalitat de Cataluña. Las estrategias, las especulaciones y las apariencias de nunca acabar. Por un lado, parece que Junts, que no puede ir siempre contra todo y contra todos, se estaría reposicionando. O lo que es lo mismo, Jordi Turull gana peso en el seno del partido frente al integrismo de los partidarios de Carles Puigdmont y Laura Borràs. Cosa que le podría llevar a aprobar unos presupuestos que, en buena medida, son también los de Junts. Los del ex consejero Jaume Giró. ¿Aceptará ERC? Si acepta, podría recuperarse la unidad –aparente- del nacionalismo. Pacto que, quizá, le beneficiaría electoralmente hablando ante las municipales. Aunque, también es posible que le perjudicara –adiós al voto frontera- al perder votos de socialistas y comunes. También de algunos republicanos que no quieren tratos con Junts. Y quien sabe qué pasaría en un Congreso en el cual ERC –a pesar de las concesiones de Pedro Sánchez- está perdiendo peso en beneficio de Bildu.

Muchas incógnitas. ¿Un pacto entre ERC, PSC y los comunes que se extendería al Ayuntamiento de Barcelona y la Diputación de Barcelona? Un tripartito velado que probablemente perjudicaría la imagen de ERC –también, del PSC y los comunes- ante las municipales. ¿Y si ERC estuviera presionando al PSC y los comunes –asuntos: la subvención a la educación concertada o el Hard Rock- para que rebajen sus exigencias y allanar el pacto con  ambos? ¿Y si el PSC busca pactar con ERC y aislar a los comunes con objeto de hegemonizar el centro? ¿Y si ERC está dispuesta a ceder ante el PSC para mantener viva la mesa de diálogo con el PSOE a cambio de los 900 millones de euros para infraestructuras y una amnistía encubierta? ¿Y si ERC confiara en la abstención de la mayoría de partidos, temerosos de perder una moción de censura contra los republicanos? Lo cierto es que, al parecer, todos –lean ERC, PSC, Junts y Comunes- se necesitan y ninguno se arriesga a quedar fuera. Todos quieren guardar las apariencias.       

(ABC, 9/12/2022)

Monarquía

Ante el Día de la Constitución, se recomienda la lectura de “Los catalanes sí tenemos rey” –edición de Sergio Fidalgo y Antonio Robles- en donde encontrarán la respuesta al qué y porqué de la Constitución y la Monarquía. Para empezar, tres artículos: “no hay incompatibilidad conceptual entre monarquía y democracia” (Félix Ovejero), Felipe VI se incardina en “la mejor tradición de la monarquía constitucional y parlamentaria de España desde hace casi dos siglos” (José Varela Ortega y Carlos Dardé Morales) y “la monarquía parlamentaria es el resultado histórico de un proceso de racionalización de la forma política monárquica” (Teresa Freixes). Para continuar, entrevistas a personajes como Francesc de Carreras (las monarquías “deben legitimarse por su función”), Miquel Giménez (“dialogar con el separatismo no sirve de nada”), Marita Rodríguez (“a los nacionalistas les molestan la monarquía y la figura del rey porque representan lo que ellos quieren destruir: la unidad de España”), Miriam Tey (“los independentistas viven en una realidad paralela, absolutamente delirante, que no hace más que daño a Cataluña y que ha conseguido romper la sociedad catalana en dos mitades”) o Ignacia de Pano (“estábamos completamente solos hasta que el rey tomó la iniciativa y nos sacó del marasmo”).  

Finalmente, unos artículos –87 opiniones representativas de la sociedad civil democrática- que hablan de “mi rey” (Regina Farré), de la “monarquía parlamentaria moderna que me satisface” a pesar de ser republicano (Albert Soler), de la “república desnuda” frente al “rey vestido” (Anna Grau), de la “monarquía que representa a todos los españoles” (Pau Guix), de la “monarquía republicana” (Javier Nart), de quien acecha a la monarquía como “paso previo, y definitivo, a desaparición de España tal como hoy la conocemos” (Joan López Alegre) o de quien ve a Felipe VI como un “estorbo” y de ahí “la eficacia de su presencia para preservar la ley y la nación”. Como indica el título del libro, los catalanes sí tenemos rey.

(ABC, 2/12/2022)

Chiringuitos

Sorprende -de la ANC al Departamento de Acción Exterior y Unión Europea pasando por oficinas, comisiones o servicios de estudios con sus correspondientes funcionarios o asesores que dependen del Presupuesto- la cantidad de chiringuitos que el “proceso” ha generado durante el decenio negro secesionista 2012-2022. A lo que habría que añadir las comisiones, generosamente subvencionadas por la Generalitat de Cataluña, que hacen estudios de parte para la ONU o el Consejo de Europa. Unos estudios que el independentismo catalán publicita como si fueran de la ONU o de la Unión Europea. 

Sorprende también la facilidad con la que la cultura del chiringuito ha florecido igualmente en los municipios. Sorprende todavía más que algunos ayuntamientos catalanes contraten los servicios de un chiringuito catalano-internacional. Hablo del denominado Consejo de la República, ese chiringuito –otro más- que Carles Puigdemont ha diseñado con el noble y patriótico objetivo de mantenerse a sí mismo y mantener la flama de la república catalana de la fantasía. La proyección internacional del “proceso”, dicen. En cualquier caso, existen algunos municipios catalanes que, faltos de asesores propios, han decidido recurrir al Consejo de la República para que, ni más ni menos, le aconseje en materia de contratación de obras y servicios. Unas obras y servicios particulares si tenemos en cuenta que lo que se pide al chiringuito de Carles Puigdemont es un proyecto que impulse las “buenas prácticas en la contratación pública” que a su vez “incorpore medidas coherentes con los valores republicanos en las licitaciones públicas”. El secreto del contrato: a cambio del asesoramiento, el municipio se compromete a utilizar la identidad digital –adiós al DNI- que suministra el Consejo de la República. El secreto del secreto: la identidad digital republicana cuesta doce euros al año e implica la afiliación automática del ciudadano al Consejo de la República. Así se subvenciona la inexistente Republica Catalana de los Chiringuitos.

(ABC, 25/11/2022)

Frankenstein

La derogación del delito de sedición del Código Penal tiene sus consecuencias.  ERC gana la partida a Junts. Pere Aragonès puede anotarse un triunfo: gracias a la mesa de diálogo se ha conseguido un paso importante en la desjudicialización del “proceso”. Un primer paso que permite a  Pere Aragonès reclamar el segundo y el tercero: no a la malversación y sí al referéndum. Por su parte, Junts intenta sacar tajada aduciendo que el acuerdo entre el PSOE y ERC implica –un torpedo contra ERC- el reconocimiento del delito. Por lo demás, el PSC calcula que el acuerdo con ERC le sitúa en el centro político catalán. El acuerdo entre PSOE y ERC, ¿incluye la aprobación de los presupuestos en Cataluña por aquello de la justa reciprocidad si tenemos en cuenta que ERC sí aprobará los presupuestos del PSOE? A En Comú Podem –artífice subsidiario de la derogación y propagandista de la modificación de la malversación- no le gusta, tampoco a Junts y la CUP, que los “desórdenes públicos agravados” se relacionen con la “violencia”, la “intimidación” y el “actuando en grupo”. ¿Por qué será?             

La reforma debilita el Estado, fortalece al secesionismo e indulta de nuevo -de facto, de iure y al cuadrado: una amnistía encubierta en toda regla- a los que ya han sido juzgados e indultados y a los que están pendientes –fugados incluidos- de juicio. Un detalle digno de incorporarse a la enciclopedia de los desmanes políticos: la reforma del Código Penal obedece a la petición de quienes incurrieron en el delito. El secreto: Pedro Sánchez necesita alimentar el Frankenstein que le permite gobernar. De lo cual, el independentismo saca la siguiente conclusión: hay que seguir en el afán. Una invitación a la deslealtad y la impunidad que, por lo visto, sale gratis. O casi. Así se politiza la Justicia y se implementa el llamado “derecho de autor” según el cual lo que se juzga son las personas y no los hechos y delitos. Así se enflaquece la democracia y blanquea y legitima el secesionismo. Así se desarma el Estado.

(ABC, 18/11/2022)

Potaje

El Govern de ERC está solo. Aunque, esté acompañado –un cuatripartito imaginario que quiere ser ejemplificador: de hecho, un potaje- por ex militantes de Convergència, el PSC y el Podemos catalán originario. La cuestión es la siguiente: ¿qué ocurrirá con los Presupuestos de la Generalitat de Cataluña? Todo es posible y nada es posible. De momento, ERC prioriza el pacto con Junts y En Comú Podem. Con el Junts -¿el de Jordi Turull o el de Laura Borràs?- que desertó del Govern y con el En Comú Podem que exige una participación estratégica en la elaboración de las cuentas, unos presupuestos expansivos, un nuevo modelo económico con más impuestos y soltar amarras definitivamente con Junts. Con estos mimbres, la Generalitat de Cataluña no tendrá nuevos presupuestos: Junts no está por la labor un mes después de su particular saga/fuga y las exigencias de En Comú Podem son difícilmente asumibles por ERC.

Si ERC y En Comú Podem llegaran al acuerdo, los presupuestos tampoco saldrían: la CUP se ha descolgado de cualquier pacto y ERC no quiere saber nada con el PSC. Efectivamente, ERC, hoy por hoy, ha descartado al PSC de la ecuación presupuestaria. ERC no quiere desgastar su imagen –se acercan las elecciones municipales- colaborando con el socialismo. Ello, ¿tendrá alguna consecuencia en la mesa de diálogo y en la modificación pro reo del delito de sedición del Código Penal? En cualquier caso –vuelvo a los Presupuestos de la Generalitat-, el PSC tampoco quiere desgastar su imagen pactando gratuitamente con ERC. Así las cosas, no quedaría otro remedio que prorrogar los presupuestos. Quizá por ello, Pere Aragonès apela a la responsabilidad del Parlament para aprobar unos nuevos presupuestos. Mientras tanto, En Comú Podem sopesa a la baja el precio de su apoyo, Junts observa y calcula, y el PSC plantea un pacto utilitarista de coste-beneficio al tiempo que mira de reojo –yo apruebo tus presupuestos y tú apruebas los míos y de rebote convocó la mesa- a Pedro Sánchez. Un potaje, decíamos al inicio.

(ABC, 11/11/2022)

Impunidad

Quizá sí que habría que reformar o ajustar el tipo penal de la sedición. Pero, en modo alguno habría que eliminarlo como proponía hasta hace poco ERC. Y tampoco habría que reformarlo para –dicen- adaptarlo a la legislación de los países de la Unión Europea. Por dos razones: en primer lugar, porque ningún Estado está obligado a transponer la legislación de otro Estado en la materia que sea; en segundo lugar, porque no es cierto que las penas que se contemplan en la actual tipificación española sean más duras que las que existen en los demás Estados europeos. Al respecto, puede consultarse la página 16 del “Informe de indulto de la Sala Penal del Tribunal Supremo” (26 de mayo 2021). Reformar o ajustar el tipo penal de sedición, ¿para qué? Para armar el Estado. Nunca, para desarmarlo. Cualquier reforma que se hiciera del tipo penal de la sedición debería tener en cuenta dos cosas. Primer elemento: no se puede politizar la Justicia implementando el llamado “derecho de autor” según el cual lo que se valora/juzga son las personas y no los hechos. Propiamente hablando, el Derecho Penal valora hechos y no personas. Segundo elemento: el Código Penal ha de tener el tipo de sedición –también, el de desobediencia, o rebelión, o cualquier otro que se considere oportuno- para proteger al Estado –democrático- de cualquier acto que atente a su integridad o existencia. Lo contrario no es otra cosa que una puerta abierta a la impunidad.

De la teoría a la práctica, la derogación o reforma a la baja del delito de sedición en España sería lo más parecido a un seguro que protegería a los sediciosos de cualquier acto contra la integridad del Estado. Un seguro particular de carácter retroactivo. Ni penas privativas de libertad, ni penas por malversación de caudales públicos, ni multas, ni  inhabilitación. Probablemente, eso sea la desjudicialización que exige –moneda de cambio: apoyo a los Presupuestos o mesa de diálogo, entre otras cuestiones- ERC al Gobierno de Pedro Sánchez. Impunidad, decíamos antes.

(ABC, 4/11/2022)                

Depuración 

El escándalo que salpica a los Mossos como consecuencia de la destitución del comisario jefe  del cuerpo por falta de confianza, es otra manifestación –una más- de la degradación de las instituciones y la política en Cataluña. Más allá del escándalo de la semana, lo que llama la atención, aunque no sorprenda a nadie, son las injerencias de la política en la policía catalana.

El asunto plantea preguntas. ¿Por qué el consejero de Interior destituye al comisario jefe? Porque –dicen-, no está dispuesto a feminizar el cuerpo y no quiere destituir a otro comisario –el número dos del cuerpo- que desobedecía sus órdenes hasta el extremo de convertirse en el número uno de facto. ¡Qué raro! ¿Cómo es posible que el comisario jefe no pueda elegir a su hombre de confianza? ¿Cómo es posible que, en estas circunstancias, el consejero destituya al número uno y no al número dos? Una pista: la destitución ha servido para que sepamos que el número dos de los Mossos -junto con el número tres- se reunió con Oriol Junqueras en prisión. ¿Atan cabos? La cacicada del consejero invita a recordar más cosas que la prensa airea: ciertas denuncias que se obstruían o no se tramitaban debidamente. Más: el hecho –ilegal- de que algunos mandos pedían informes -¿para qué?- de las denuncias o que algunos investigadores retiraban de Internet ciertas instrucciones. ¿Miedo a los espías informáticos? Al parecer, el peligro podría estar en casa. Así las cosas, ¿entienden ustedes por qué el TSJC y parte de los jueces prefieren la instrucción de la Guardia Civil o la Policía Nacional? ¿Entienden por qué algunos edificios públicos del Estado rechazan la custodia de los Mossos? No estamos ante un escándalo cualquiera, sino ante las injerencias políticas de quienes querrían convertir los Mosssos en la policía del Régimen. Muy probablemente, algunos cambios no son destituciones, sino depuraciones. El sujeto paciente: los mossos desafectos al Régimen que estaban dispuestos, previa petición judicial, a detener a los sediciosos.  

(ABC, 28/10/2022)

Junqueras  

ERC siempre ha sido el partido de la triple mentira. Para empezar: ni de izquierdas, ni republicana, ni de Cataluña. ¿Cómo puede ser de izquierdas un partido nacionalista que clasifica a los ciudadanos en función de la identidad y niega algunos derechos a los no idénticos según el criterio nacionalmente vigente? ¿Acaso las izquierdas no presumen de su internacionalismo? ¿Cómo puede ser republicano un partido que no admite la igualdad entre los territorios y las personas? ¿Cómo puede ser de Cataluña un partido irredentista que va más allá del –dicen- Principado? ERC tiene una matriz de derecha absolutista que reclama unos derechos históricos propios de imaginarias monarquías medievales al tiempo que practica un absolutismo cuya fuente originaria se encuentra en el siglo XVII. Ahora Oriol Junqueras quiere modernizar la vieja  ERC, pero a la triple mentira originaria se suman nuevos engaños. Dice el susodicho que ERC es la “casa común” –aires del celebrado Artur Mas- de quienes aman Cataluña, la República, la Independencia y la Justicia. Cierto, ERC cobija a los amantes de la Independencia. Pero, no a quienes aman a Cataluña, la República y la Justicia. ¿Cómo pueden amar a Cataluña quienes la resquebrajan y la empobrecen? ¿Cómo pueden amar a la República quienes de facto feudalizan a Cataluña? ¿Cómo pueden amar a la Justicia quienes la transgreden?

La triple mentira de ERC –copyright de Oriol Junqueras- obedece a tres motivos. Primero, Oriol Junqueras ha de conservar su pedigrí independentista. Segundo, la resignificación retórica de ERC es un paso más en la particular cruzada contra Junts por la hegemonía independentista. Tercero, asistimos al señalamiento de un PSC al que se le cuelga la etiqueta de anticatalán, antirepublicano y enemigo de la Justicia. Todo, por unos Presupuestos que Oriol Junqueras –su imagen está en juego- se niega a pactar con los socialistas. Llegará el día en que ERC se librará, por fin, de Oriol Junqueras y sus –otra tríada- obsesiones,  rencores y vanidades. 

(ABC, 21/10/2022)

Gallina  

Si un experto en teoría de juegos –el estudio de la mejor estrategia para obtener el fin deseado- analizara el toma y daca entre ERC y Junts, dudaría sobre el modelo de comportamiento de ambos: ¿Quizá el dilema del prisionero¿ ¿Quizá el juego de la gallina? En el dilema del prisionero, dos presos no colaboran aunque ello les beneficiaría. En el juego de la gallina –una competición automovilística hacia el precipicio o hacia el choque frontal- se trata de ver quién es el cobarde que frena o sale del coche antes de la catástrofe.

La contienda entre ERC y Junts satisface los criterios del dilema del prisionero. En la querella que mantienen, los dos pierden. Si es cierto que ERC se ha librado de Junts, también lo es que, si quiere aprobar los Presupuestos con la ayuda del PSC -¿con quién sino?-, abriría la puerta al socialismo. Y si ERC prorroga los Presupuestos no podría ejecutar su programa social al no recibir los fondos económicos extraordinarios que le corresponden. Si finalmente ERC pacta con el PS, ¿a cambio de qué en Barcelona y Madrid? Por lo demás, el pacto debilitaría el proyecto republicano de ganar terreno en los ayuntamientos metropolitanos en las municipales. Por eso, porque se percibe que el PSC es el enemigo a batir, Oriol Junqueras –rencoroso y sobrado- arremete duramente contra el PSC. Por su parte, la huida de Junts del gobierno autonómico no le beneficia. Además de quedarse sin poder ni cargos en el Govern, y muy probablemente en los municipios, Junts no será el primer partido de la oposición. A ello, quizá haya que sumar una posible escisión de consecuencias negativas: por un lado, una suerte de PDeCAT de corto recorrido; por otro lado –como si Cataluña fuera Argelia-, un pintoresco Movimiento de Liberación Nacional de vuelo gallináceo. Así las cosas, nuestro experto en teoría de juegos apostaría por el juego de la gallina. Ese chickie run a la manera del Rebelde sin causa –drama y romance- en que uno de los dos cae por el acantilado. Y el otro durará unos meses.

(ABC, 14/10/2022)

Defunción

Al independentismo catalán –también, a la prensa afín- que llevó Cataluña al abismo, le embarga la tristeza. No puede ser que la fiel infantería arremeta contra Carme Forcadell, Òmnium Cultural o la AMI. No puede ser que a la celebración del 1-O únicamente  asistan 11.000 personas, según el cálculo de una Guardia Urbana de Barcelona que, en la manifestación en pro del 25 % por ciento de castellano en la escuela, señaló –política matemática- que, en una superficie equivalente, hubo solo 2800 personas. No puede ser la falta de unidad de los partidos independentistas y el malhumor del pueblo independentista.    

El dilema del independentismo catalán: o acepta que el 1-O fue un fracaso y cambia el rumbo o no lo acepta y sigue engañando al personal. Por eso, pasa lo que pasa. No hay cabaña lanar que aguante la situación presente durante cinco años y los que puedan llegar. En cualquier caso, el quinto aniversario del referéndum ilegal y antidemocrático del 1-O ha levantado, sin quererlo, el acta de su defunción. El referéndum fracasó, porque no se cumplió ningún de las tres hipótesis que barajaba el independentismo catalán. Fracasó la hipótesis de la negociación vía tensión extrema de las costuras del Estado para así diseñar un escenario de diálogo con la intermediación de algún actor internacional. Fracasó la hipótesis de una insurrección popular que, propiciada por la represión policial, facilitaría una situación que desbordaría el Estado dando lugar a una nueva coyuntura que favorecería la posición independentista. Fracasó la hipótesis de una desconexión que abriría el camino a una secesión unilateral –de la ley a ley, se decía por aquel entonces- gracias al inmovilismo de un Estado que no se atrevería a poner en marcha el aparato de la represión. Algo más: el 1-O y el “proceso” fracasan, también, porque muchos ciudadanos no arriesgan la democracia, las libertades, el capital, el trabajo, el bienestar, la convivencia, el presente y el futuro para satisfacer los deseos de unos iluminados.

(ABC, 7/10/2022)

Impostura  

Las casualidades de la historia han hecho que coincidan en el tiempo el quinto aniversario del referéndum ilegal del 1-O en Cataluña con los cuatro referéndums exprés –Donetsk, Lugansk, Jergón y Zaporiyia- convocados por Vladímir Putin en Rusia. Quede claro que Cataluña no es Rusia ni Carles Puigdemont es Vladímir Putin, a pesar de las aproximaciones que, al parecer, intentó, sin éxito, el ex presidente de la Generalitat. En cualquier caso, hay algo que les acerca a pesar de la distancia. Hablamos de la convocatoria de unos referéndums a todas luces ilegales. Unos referéndums que no cumplen ni las resoluciones de la ONU en materia de integración o anexión o escisión de territorios, ni los criterios de la Comisión de Venecia. Unos referéndums que se fundamentan en la ilegalidad que se deriva de las resoluciones del Parlament de Cataluña y la Duma rusa.

Así las cosas, llama la atención que uno y otro –aunque, sean personajes distintos- recurran a la convocatoria de referéndums ilegales a la búlgara que, por lo demás, no son reconocidos por la comunidad internacional. Un referéndum, ¿por qué? y ¿para qué? Hipótesis: el referéndum –insisto: nos referimos a un referéndum antidemocrático, ilegal, no reconocido, que se sabe a ciencia cierta que será un fracaso, aunque se sepa de antemano el resultado- es una huida a ninguna parte que evidencia y “justifica” el fracaso de quien lo convoca. Y algo más, porque el referéndum –de parte, urgente, sin garantías y manipulador- carga la culpa a los demás con la intención de desestabilizarlos. Por un lado, se pretende desestabilizar a España. Por otro lado, a la Unión Europea. Y, de propina, provocar a los Estados Unidos para así legitimar la guerra de Ucrania y sus maldades habidas y por haber. Unos referéndums, una parodia sin recorrido, que visibilizan la deriva autoritaria –autocrática, en el caso de Vladímir Putin- de uno y otro. Unos celebran el referéndum del 1-O y otros los referéndums del mes de septiembre. La celebración de la impostura. 

(ABC, 30/9/2022)

Bis

El curso político que se inicia en Cataluña será un bis de lo malo o lo peor que ha sucedido en los últimos años. La ANC advierte al Govern que si no hay independencia deberían adelantarse las elecciones autonómicas. Lo mismo que dijo Carme Forcadell cuando en 2014 exigió aquello de “President, ponga las urnas”. ¿Quién era entonces la ANC para exigir elecciones? Un grupo de presión que, en buena medida, se apoderó del poder político usurpándolo con el visto bueno del President de la Generalitat. ¿Y quién es hoy la ANC? Un grupo de presión venido a menos que se dedica a entorpecer la política de ERC con la colaboración  indisimulada de un Carles Puigdemont que quiere que Junts rompa con ERC. Una ANC que insiste y persiste en sus fantasías: en 2014, anunció que la independencia de Cataluña se consumaría en 2015; hoy, en 2022, insta al Govern para que proclame la independencia de Cataluña durante el segundo semestre de 2023. Si la estrategia de la ANC ya fracasó, ¿por qué repetirla? Porque, la ANC –que alimenta a un independentismo exaltado que le da de comer- necesita marcar perfil para sobrevivir. La ANC necesita la bronca sin solución de continuidad –lean una nueva DUI- si tenemos en cuenta que, literalmente hablando, desaparece después de la celebración de la Diada. Una bronca que da visibilidad y protagonismo.      

Ante el desafío de salón de la ANC –teledirigida por Carles Puigdemont y Laura Borràs: hay que sacar tajada de la coyuntura-, Pere Aragonès afirma –sigue el bis- que está “convencido” de que Cataluña volverá a votar en un nuevo referéndum. ¿De qué referéndum habla? ¿Reforma del actual Estatuto? ¿Nuevo Estatuto? ¿Un referéndum pactado con el Estado con una o más alternativas? ¿Qué pacto con el Estado? El independentismo vuelve al mantra del 1-0 cuando, después de la implosión del “proceso”, aseguraba que el “conflicto” solo se acabaría con algún tipo de referéndum. La historia de nunca acabar en que unos y otros se lanzan ultimátums que no cumplen. Porque se necesitan.

(ABC, 23/9/2022)

Manifestación  

Los defensores de la escuela bilingüe convocan a una manifestación que exige que el castellano o español sea también –como reiteradamente indican los Altos Tribunales desde 1994- lengua vehicular en la enseñanza en Cataluña. La respuesta del consejero de Educación de la Generalitat de Cataluña, Josep Gonzàlez-Cambray, en la presentación del inicio del actual curso escolar: “Ningún aula aplicará el 25 por ciento de castellano este curso”. El consejero aprovecha la coyuntura para recordar que el curso pasado, ante “las injerencias judiciales”, se activó un pacto de país” dirigido a reforzar la presencia del catalán en todo el sistema educativo y que “se seguirá avanzando en este objetivo de país”. El nacionalismo catalán, empeñado en su particular proceso de imposición y substitución lingüística, ni siquiera acepta el 25 % de lengua castellana o española en la enseñanza.        

Todo ello ocurre, porque la política lingüística de la Generalidat de Cataluña está al servicio de un nacionalismo identitario que convierte la lengua catalana en el eje vertebrador de la denominada construcción o reconstrucción nacional de Cataluña. Una política lingüística que impone, subrepticiamente o no –normalización lingüística, inmersión lingüística, incumplimiento sistemático de las resoluciones de los Altos Tribunales-, la lengua catalana en detrimento –discriminación, marginación, exclusión o sustitución- de una lengua castellana o española que, además de ser la más hablada en Cataluña, es la lengua oficial del Estado y cooficial de la Comunidad Autónoma de Cataluña. Una política lingüística que colisiona con la legalidad vigente en España y con los usos de la política lingüística de la práctica totalidad de los Estados de la UE. Una auténtica cruzada sociolingüística  -de carácter centenario: la obsesión que no cesa- que va a la caza y captura del castellano o español desde el siglo XIX. Contra esa imposición, a favor de la ley y en pro del derecho de elección de lengua, sale la gente a la calle.

(ABC, 16/9/2022)

Agujero

La Diada del 11 de Septiembre se asemeja a “El Día de la Marmota”. Esa película de 1993, dirigida por Harold Ramis –la versión castellana se titula “Atrapados en el tiempo”-, y protagonizada por Bill Murray, que habla de la existencia y la sensación  de vivir siempre el mismo día. Más allá del film, interesa detenerse en el término marmotada que no aparece en el DRAE, pero sí en el “Diccionario histórico de la lengua española” de la RAE. El término se documenta en un artículo que A. Díaz-Cañabate –abogado, periodista, crítico taurino y autor teatral- publica, con el título “La marmota”, en ABC (05/03/1963). Dice: “He tratado mucho a una marmota que se llamaba Domiciana, pero sus íntimos le decían la Domi. Pertenecía a un amigo mío, el cual la había domesticado y enseñado muchas monadas, o más bien marmotadas, porque la marmota se deja amaestrar con bastante facilidad. Son muy graciosas”. En 2022 –décimo aniversario del “proceso”-, la marmotada, a la manera de Harold Ramis y A. Díaz.Cañabate, sigue ahí. La ANC, que convoca con el lema “Volvamos para vencer. Independencia”, pone a disposición del público tres tipos de camiseta –camiseta unisex, camiseta tirantes y camiseta niño- al módico precio de 15 euros y 8 euros. La ANC se explica: “Esta camiseta simboliza la lucha y la no rendición, que solo el pueblo y la sociedad civil organizada podrán alcanzar la independencia y que no se puede esperar nada más de los partidos». Prosigue: “Cómprala, no reivindica solo la voluntad de hacer efectiva la independencia de Cataluña, sino también haces posible acciones y campañas para hacer la independencia”. 

Hipótesis: el futuro del “proceso” es una síntesis del film de Harold Ramis, el artículo de A. Díaz-Cañabate y el grafismo de la ANC. Por un lado, el “proceso” está atrapado en el tiempo y la marmota está ya adiestrada. Por otro lado, las camisetas negras de la ANC, con la estelada surcando el universo, son la imagen de un “proceso” que está viajando hacia un agujero negro. This is the end.

(ABC, 9/9/2022)

Avance

La Universitat Catalana d´Estiu (UCE) –sede del irredentismo catalán-  avanza el guion de lo que el independentismo está preparando. En la UCE, los políticos hablan. Vayamos a las palabras, pues. ERC –quien habla es la consejera de Presidencia de la Generalitat, Laura Vilagrà- insiste en una mesa de diálogo que permitiría “abrir caminos”. De inmediato, una parte del respetable –Junts- abandona la sala. Por su parte, Laura Borràs –presidenta de Junts-, afirma que el “diálogo es contraproducente” y “contrario” a la independencia. Jordi Turull –secretario general de Junts- remata la faena: hay que “culminar” el “proceso”. ERC y Junts avanzan que –si Pedro Sánchez no saca ninguna carta de la manga: una reforma del Código Penal que abra la vía a la desjudicialización del “proceso” y al indulto del fugado de Bruselas- todo va a seguir igual. Un cara a cara sin ruptura -a pesar del ultimátum de Junts- hasta que se acerquen las elecciones y cada cual marque perfil. 

Dos palabras más: Gemma Geis y Ferran Pedret. La primera –consejera de Investigación y Universidades de la Generalitat, de Junts- alerta del “aumento de la extrema derecha en las universidades”. Está muy preocupada y pide que no haya ninguna “fisura”: “no se puede ser neutral” –dice-, porque la universidad es un espacio de “debate, de crítica, transpirable, donde los valores democráticos se salvaguardan”. ¿La consejera piensa en las agresiones e insultos recibidos por profesores y estudiantes constitucionalistas? Declaraciones que avanzan que el cinismo independentista –la confusión de víctima y verdugo- seguirá ahí. Por su parte, Ferran Pedret –secretario primero del Parlament de Cataluña: el PSC reaparece en la UCE después de 10 años- afirma que “no es verdad que cada nación ha de tener Estado” y defiende para España una “república federal democrática y social”. Lo primero -con matices importantes que aclarar- es cierto y lo segundo quizá nos avanza algo para la temporada que empieza. Por cierto: nadie del respetable se marchó.

(ABC, 2/9/2022)

Conspiranoia

Ese imprescindible “buscador urgente de dudas” que es el blog de la FundéuRAE, indica que el término “conspiranoia” es adecuado y preciso para referirse a la tendencia a interpretar determinados acontecimientos como fruto de una conspiración. Al parecer, el origen contemporáneo del término podría localizarse en los inicios de una Ilustración que todo, o casi todo, lo cuestionaba. La Encyclopédie de Diderot y D’Alembert (1751) avanzaba el espíritu de una Ilustración que alumbraba una nueva época –no a la intolerancia- de la historia de la humanidad.

Frente a la Encyclopédie y/o la Ilustración, surge una pandemia de la credulidad que desafía a la prudencia, la mesura, la observación, el sentido común y, a veces, la decencia. Pandemia que deviene conspiración. Pongamos por caso, la historia que atribuye los atentados del 11-S o el Sida al gobierno norteamericano o la CIA, la vacuna triple vírica como supuesta causa del autismo, el nutricionismo y las terapias alternativas como panacea universal frente a la enfermedad o el pucherazo del que habría sido víctima Donald Trump. Una más: la intervención del CNI en el atentado terrorista que sufrió Barcelona el 17-A de 2017. Al respecto, un número indeterminado de personas exigen en público –se podrían contar los presentes, pero no los ausentes que comparten la idea- “la verdad”. Una parte de Junts exige una comisión de investigación en el Congreso. Teniendo en cuenta las conclusiones de la Audiencia Nacional sobre el asunto, teniendo en cuenta que el Parlament de Cataluña ya creó dicha comisión  con su correspondiente dictamen (14 de julio de 2020), ¿para qué otra comisión de investigación de un hecho ya juzgado? Respondo: victimismo, publicidad y bronca. FundéuRAE toma la palabra: “esta voz [conspiranoia], acuñada a partir de conspiración y paranoia, se empezó a utilizar con sentido humorístico, irónico o despectivo, para referirse a la obsesión por las teorías conspirativas cuando se consideraban sin fundamento basadas en datos falsos”.

(ABC, 26/8/2022)

Lógica

La lógica formal es un poderoso adversario del independentismo catalán. Ello es así, porque estudia los procedimientos del pensamiento con el objeto de descubrir los elementos racionales o irracionales que lo constituyen. Una lógica formal que practica diariamente el hombre, aunque no se tenga consciencia de ello. Con el pensamiento ocurre algo semejante a lo que sucede con la gramática: la practicamos sin conocer las reglas gramaticales. Ocurre, sin embargo, que en determinadas circunstancias, esto es, en determinado discurso, la lógica del lenguaje no existe y se evidencia una irracionalidad –engaño, si lo prefieren- en lo manifestado. El discurso independentista brinda un ejemplo de lo dicho, que le descalifica.  

Cuando el independentismo catalán, después de haber asegurado que todo estaba preparado para alcanzar la independencia, reconoce  que no se había planeado nada, cuando eso ocurre, cuando la lógica del lenguaje y el relato saltan por los aires, el discurso y su ejecutante quedan automáticamente descalificados. Ustedes dirán que algo de eso es justamente lo que ha ocurrido con el “proceso”: los ejecutantes reconocen ya el engaño/estafa de su discurso y su relato. Pero, añadirán que, pese a ello, ni el lenguaje, ni el discurso, ni el relato, ni el ejecutante han quedado descalificados. Una verdad a medias si tenemos en cuenta que solo una parte de los ciudadanos de Cataluña siguen comulgando con las ruedas de molino independentistas. ¿Qué ocurre aquí? Un número indeterminado de ciudadanos de Cataluña no acepta la lógica formal –el razonamiento ordenado- en favor de una lógica informal –repleta de falacias, incoherencias y engaños- que justifica la acción con el objetivo de persuadir, convencer y reclutar adeptos. Una lógica de la apariencia que no se funda en argumentos verdaderos o plausibles, diría Aristóteles. Una lógica informal que suele aflorar en el discurso de un número impreciso de tramposos entre los cuales -cómo no-, destacan los independentistas catalanes.

(ABC, 1978/2022)

Violencia

El independentismo catalán tiene un problema con el orden público y la seguridad ciudadana. No entiende que para cumplir la ley y mantener el orden, o garantizar la seguridad y los derechos, la policía debe utilizar un instrumento llamado “defensa” conocido como “porra”. El independentismo catalán califica como represión inaceptable –fascista, a veces- cualquier acción de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado –Mossos incluidos- que recurra al uso de la fuerza legal para restablecer el orden –okupación y botellones incluidas- en  Cataluña.   

La raíz del problema: los políticos, propagandistas y activistas que niegan la máxima weberiana que atribuye al Estado “el monopolio de la violencia física legal” como “única fuente del derecho a la violencia” (La política como vocación, 1919). El independentismo no niega la violencia en sí  –eso  equivaldría a negarse a sí mismo-, sino la violencia del Estado español, aunque cumpla los criterios de legalidad, necesidad y proporcionalidad. De ahí, que no se censure el incumplimiento coactivo de las resoluciones judiciales, ni el intento de asalto del Parlament, ni el hostigamiento a la Jefatura Superior de Policía, ni el lanzamiento de artefactos y agresiones a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, ni el lanzamiento de piedras, vallas, pintura, huevos y escupitajos, ni el incendio de contenedores, ni la ocupación de estaciones de ferrocarril, ni el corte y sabotaje de calles, autopistas, carreteras y vías férreas, ni la quema de neumáticos, ni los altercados y enfrentamientos. ¿Se extralimita la policía? Para eso está –grandeza de la democracia- la Ley y la Justicia.   

Hans Kelsen: “Si la sociedad y el Estado han de existir, se precisa que exista un orden obligatorio para la conducta recíproca de los hombres y, por consiguiente, una autoridad… una democracia sin control será siempre insostenible… la policía democrática… hace cumplir la ley… un acto de manifestación de la voluntad colectiva” (Esencia y valor de la democracia, 1920).

(ABC, 12/8/2022)

Resistir

La apertura de juicio oral contra Laura Borràs, expresidenta ya del Parlament de Cataluña, tiene, y tendrá, sus consecuencias. Más allá de la suspensión, la apertura del juicio oral dinamita el tradicional victimismo del nacionalismo catalán, porque son  los Mossos quienes investigan el caso fundamentando sus informes en conversaciones y mails de la propia Laura Borràs que nada tienen que ver ni con Villarejo –un fan del nacionalismo catalán que se paseó por TV3 con éxito de audiencia- ni con las cloacas del Estado. El asunto es made in Catalonia. Unos presuntos delitos propios –identitarios, podrían decir algunos si tenemos en cuenta que la cosa va presuntamente del troceamiento de contratos- que no permiten  hablar ni de la judicialización del “proceso”, ni de la persecución de las ideas independentistas, ni del hostigamiento al nacionalismo. Otra consecuencia: ERC y la CUP no apoyan a Laura Borràs y Junts –por culpa del dicho juicio oral- se parte por la mitad.

La apertura de juicio oral a la ya expresidenta del Parlament de Cataluña invita a formular  algunas cuestiones. ¿Continuará Laura Borràs como presidenta de Junts? ¿La próxima presidencia del Parlament de Cataluña cumplirá las leyes o continuará la tradición –algunas expresidencias están imputadas sin sentencia todavía-  de las tres anteriores? ¿Saldrá Junts del Govern presidido por el republicano Pere Aragonès? La primera pregunta nos remite a otras dos: ¿se atreverá Junts a tener una presidencia que se sienta en el banquillo con el coste que ello implica? ¿Cuánto tiempo tardará Jordi Turull en descabalgar a Laura Borràs? La segunda pregunta también remite a otra pregunta: ¿cuánto descrédito puede asumir el Parlament de Cataluña? La tercera pregunta sí tiene respuesta: Junts, hoy por hoy, no romperá el Govern por temor a un tripartito de izquierdas –ERC. PSC y comunes- y a perder los cientos de empleos que el sottogoverno de la Generalitat de Cataluña brinda a la tropa neoconvergente.  Hay que resistir –unos y otros- como sea.

(ABC, 5/8/2022)

Empate

La reunión de la mesa del reencuentro entre los representantes de los gobiernos del Estado y de la Comunidad Autónoma de Cataluña ha terminado en un doble empate. Unos y otros –como en el fútbol- obtienen  un punto. Por un lado, empate entre PSOE y ERC: los socialistas obtienen el punto que les permite seguir gobernando gracias a las concesiones efectuadas al independentismo catalán; los republicanos obtienen el punto que les permite justificar la existencia de la mesa por la vía de la exhibición de lo obtenido, que acreditaría su permanencia en el gobierno de la Generalitat de Cataluña. Por otro lado, empate entre ERC y Junts: los republicanos obtienen el punto que necesitan –las concesiones del PSOE- para neutralizar las críticas de Junts; los neoconvergentes obtienen el punto que también necesitan para criticar a ERC por haberse rendido a un Estado represor y renunciado a la reforma del Código Penal, la amnistía y la autodeterminación.

Se trata de un empate de riesgo para el PSOE. Las concesiones del PSOE al independentismo catalán tienen ya sus consecuencias electorales. En Andalucía, por ejemplo. Y las que vendrán en los comicios autonómicos y municipales de mayo 2023. Y es que –esas son algunas concesiones del PSOE- “suspender la judicialización” (en Cataluña no pasó nada), “proteger e impulsar el catalán” (más catalán en las Cortes y en la Unión Europa), “conceder a los centros escolares la autonomía para elegir la lengua vehicular” (no al 25% de español en la escuela) o “mejorar el marco normativo” (ya haremos los apaños que convengan), tiene sus efectos colaterales. Y más si tenemos en cuenta que Cataluña no se ha distinguido precisamente por su lealtad institucional y constitucional. En definitiva, Pedro Sánchez cede por partes –del indulto a la desjudicialización- a algunas exigencias del independentismo. O eso parece. Dentro del   “ordenamiento democrático vigente”, aseguran. Tengo la impresión de que alguien, PSOE o ERC, se la envaina. Entre oportunistas anda el juego.

(ABC, 29/7/2022)

Socorristas 

Pedro Sánchez y Pere Aragonès han devenido socorristas. El PSOE implementa una mesa de “diálogo” y “reencuentro”  de la cual ERC puede sacar algún rédito político a cambio de que los republicanos apoyen al socialismo en el Congreso de los Diputados. Ahí tienen ustedes el socorrismo político mutuo.

Lo que hoy por hoy sabemos es que unos y otros se han puesto ya de acuerdo en una metodología de trabajo fundamentada en la confianza. Sabemos, también, que ERC ha puesto sobre la mesa la “carpeta  de la represión” en la que, en primer lugar, se encuentra el asunto de la “desjudialización”. Es decir, aquí –lean “proceso”- no hay causa. Al respecto, intuimos que “algo” está pasando –o pasará más pronto que tarde- si tenemos en cuenta que Pere Aragonès no se contenta –lo manifiesta en público- con el cese de la responsable del CNI y que la Abogacía del Estado y la Fiscalía se muestran -¿para empezar?- receptivas en la cuestión del Tribunal de Cuentas. ¿Seguirán la generosidad y las concesiones? ¿Se reducirá la presión judicial? ¿Se revisará también el tipo de malversación o solo el de sedición? ¿Y la Ley de Seguridad Nacional que castiga el desorden público? ¿La Proposición de Ley que permite que el PSOE incorpore dos magistrados progresistas en el Tribunal Constitucional se traducirá –del conflicto de competencias a los recursos de inconstitucionalidad  y amparo: no se olviden del 25% del español en la escuela-  en ese “algo” del que se hablaba antes?   Por cierto, el recorte de las acusaciones – de cuatro presuntos delitos a solo dos- a Laura Borràs, ¿quizá tiene que ver con el asunto del reencuentro? ¿Y si el Junts que critica a ERC por aceptar una mesa “indigna” que “anestesia” los derechos y aspiraciones del pueblo (?) de Cataluña acaba sumándose –otro socorrista- a un tinglado sociorepublicano que tramita, a la chita callando, un indulto a plazos.  Lo que sí sabemos es que, hoy por hoy, Pedro Sánchez –personaje ciertamente voluble- parece dispuesto a desarmar al Estado de derecho.

(ABC, 22/7/2022)

Escenas

Primera escena. Félix Bolaños, tras reunirse con la consejera Laura Vilagrà, anuncia la reunión de Pedro Sánchez con Pere Aragonès. El ministro habla de la “confianza” y “cooperación” entre las partes favorecida por la “desjudicialización” del conflicto. Una “agenda del reencuentro” que “supera bloques” y dará frutos en “los próximos meses”. Segunda escena. Laura Vilagrà afirma que el documento rubricado por las partes –título: Acuerdo marco para el diálogo y la negociación- incluye  “garantías” que favorecen la negociación como el compromiso con los derechos fundamentales, la no la judialización del “proceso” y la preservación de la libertad política. Hay más: medidas “relevantes” para la resolución del conflicto. “Han de pasar cosas”, sentencia. Tercera escena. Miquel Iceta, entrevista radiofónica: Carles Puigdemont y los políticos huidos deben regresar España, presentarse ante la Justicia, y luego, “entre todos ser capaces de soluciones felices, como las que hemos encontrado con los indultos”. Sus razones: “probablemente hoy la lectura de la propia Justicia… quizás no sería exactamente idéntica a la que tuvo en el momento del juicio” y “hay delitos en el ordenamiento penal español que tienen un origen muy determinado… que probablemente no se corresponden exactamente con los supuestos que pueden producirse en momentos como los que hemos vivido en 2017”.

Tres escenas de una comedia que podría titularse Aquí no pasa nada y todos a la calle. Eso, eso y no otra cosa, es la desjudicialización. ¿Cómo parar los procedimientos judiciales, las instrucciones y juicios que están por llegar? Imposible en un Estado de derecho en que impera la división de poderes. Quizá los cambios en los Altos Tribunales. ¿El futuro del diálogo y la negociación? En principio, o bien estamos ante la última engañifa previa –hay que marcar perfil- a las elecciones municipales, o bien se acerca una modificación del Código Penal seguida de la barra libre en la aplicación del indulto. La comedia continuará.

(ABC, 15/7/2022)

Compendio

Las reacciones del independentismo ante el asunto Laura Borràs –el juez instructor del TSJC ve indicios de prevaricación, fraude administrativo, falsedad en documento mercantil y malversación de fondos públicos: todavía no hay escrito de acusación- es un compendio del pensar y hacer del nacionalismo catalán. Victimismo y tacticismo. El victimismo: se ha vulnerado el derecho al juez natural, la represión judicial, la persecución, la construcción de pruebas, la investigada no ha hecho nada fuera de la ley, la causa general del Estado contra Cataluña,  un ataque a la honorabilidad de la presidenta del Parlament.     

Del victicismo al tacticismo. ¿ERC y la CUP abandonarán a Laura Borràs para prerservar un proyecto colectivo que nada tendría que ver con la presunta corrupción? ¿Junts culpará a ERC y la CUP por decir que el escrito del TSJC no mantiene ninguna relación con el “proceso”? ¿Se resintirán las relaciones ERC/Junts llegando a la ruptura del Govern? ¿Laura Borràs será la excusa para la ruptura? ¿Si el Govern se rompe, ERC se acercará al PSC? ¿Quizá ERC busca que Laura Borràs deje la presidencia del Parlament de Cataluña,  pero siga al frente de Junts con el objetivo de atacar a los neoconvergentes en las póximas elecciones autonómicas? ¿Hasta qué punto los sectores de Junts darán apoyo a Laura Borras sabiendo que deberán soportar una especie de nuevo 3%? ¿Junts se victimizará tácticamente aduciendo que solo ellos denuncian la represión y persecución? ¿Con quién jugará Carles Puigdemont? ¿Hablará Pere Aragonès? ¿El independentismo volverá a echar la pelota hacia adelante? ¿Se incumplirá el artículo 25.4 del Reglamento del Parlament que señala que los “delitos viculados a la corrupción”, una vez sea firme la apertura de juicio oral, suponen la “suspensión de los derechos y deberes parlamentarios de manera inmediata” del imputado? ¿Se le puede pedir a una independetista que dimita –como exigió Carme Forcadell de parte de ERC-, porque las instituciones están por encima de todo? No.

(ABC, 8/7/2022)

Vivienda

Cataluña tiene un problema: el 42 % de las okupaciones en España se localizan en la región catalana. Mayoritariamente, en Barcelona. El total de okupaciones –los datos varían según la fuente- estaría alrededor de los 8.000 espacios. El detalle: el incremento anual de okupaciones sería del 9, 6 %. 

Sorprende que en Barcelona, tras siete años de mandato de Ada Colau -que llega a la política y la alcaldía impulsada por su militancia en la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH)-, la escasez de vivienda social sea hoy la misma que ayer. O peor. Sorprende que, estando como está la vivienda en Barcelona, la alcaldesa invierta el 10 por ciento del Presupuesto extraordinario en el urbanismo táctico. Sorprende que, habida cuenta del “drama de la vivienda y sus consecuencias”, la mayor inversión del Ayuntamiento de Barcelona se la lleve el tranvía. Sorprende que la alcaldesa ponga trabas –la cuota del 30 por ciento de vivienda social por edificio- a una iniciativa privada que también podría facilitar vivienda social si se le diera la oportunidad para ello. Sorprenden los solares propiedad del Ayuntamiento de Barcelona que continúan aún hoy sin edificar. Sorprende que en una ciudad como Barcelona, gobernada durante décadas por la izquierda, la tasa de vivienda social sea del 2,5 por ciento cuando la media europea es del 9,3 por ciento. Sorprende que se confíe, después de siete años de mandato, en los milagrosos fondos europeos.     

Sorprende que algunos eludan su responsabilidad parapetándose en la inacción del Estado y en las resoluciones judiciales. Cierto es que la Constitución afirma que “todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada”, pero también es cierto que el Estado no es una empresa constructora. Como también es cierto que “se reconoce el derecho a la propiedad privada y a la herencia” y que existe el tipo penal de “usurpación de vivienda”. Lo que no sorprende es que Ada Colau se exculpe atribuyendo la  culpa a los llamados fondos buitres.

(ABC, 1/7/2022)

Liga

El fútbol y el baloncesto gerundenses –los gerundenses en general y muchos catalanes en particular- están de enhorabuena. Ambos equipos han ascendido a la primera división del fútbol y el baloncesto españoles. Por eso –para celebrar el ascenso-, jugadores y seguidores de ambos clubes salen a la calle. Si Cataluña fuera independiente, como desea un número indeterminado de gerundenses –la provincia de Gerona quizá sea la que más independentistas suma-, en Gerona no se hubiera celebrado nada. Ni camisetas por la calle, ni rúas, ni consignas, ni canciones, ni bengalas, ni discursos desde el balcón. A lo sumo, se hubiera festejado la victoria del Girona Futbol Club ante el Mollerussa y del Bàsquet Girona ante el Pineda. Cosa que les permitiría acceder a los play off junto con el Barça, el Espanyol y el Sabadell en fútbol, y el Barça, el Joventut y el Manresa en baloncesto. Un Barça -¿qué figuras juegan en ligas regionales?- sin Dembelé, de Jong, Memphis, Mirotic o Laprovittola. Un Espanyol sin RdT. Un Joventut sin Tomic. Unos play off cuyos ganadores tendrían el privilegio de jugar la gran final de la Copa dels Països Catalans con algún quipo de la llamada Catalunya Nord o el Alguer. En una Cataluña independiente, ¿cuántos años tardaría el fútbol y el baloncesto de calidad en evaporarse o arruinarse? Que no, que no, que en Francia, ni en Italia, les querrían.    

Afortunadamente, Cataluña no es independiente y el Girona Futbol Club y el Bàsquet Girona jugarán la próxima temporada en la primera división española de fútbol y baloncesto contra el Real Madrid, el Sevilla, el Bilbao, el Canarias o el Baskonia. Serán bien recibidos. Como adversarios deportivos, sí. Pero, no como enemigos seculares ni explotadores tradicionales. Si los resultados acompañan, dichos equipos participarán en las competiciones internacionales de alcance europeo. Algunos jugadores podrían incorporarse a la selección nacional española y ser conocidos y reconocidos internacionalmente. La Constitución da para mucho. 

(ABC, 24/6/2022)

Inversión

El partido es una maquinaria que genera argumentarios en donde especifica lo que hay que decir en cada momento. Sorprende que ni el PSOE, ni el PSC, no hayan exhibido argumentos en el asunto de las inversiones en Cataluña. Solo han esgrimido la epidemia como excusa. Cosa rara si tenemos en cuenta que, desde 2015, Cataluña es la Autonomía que más dinero ha recibido vía Presupuesto Generales del Estado. Cataluña es la Autonomía en donde el Estado ha ejecutado más inversiones en términos absolutos, aunque no se consume –pasa en todas las Autonomías- lo previsto. ¿Qué ocurre aquí? La Administración de la Generalitat se distingue por su rigidez e intereses en juego: licitaciones que llevan años y trabas de índole burocrática, municipal, partidista, “técnica”, vecinal, sindical, económica, histórica, paisajista o ecológica. Una rigidez municipal, por cierto, que duplica la autonómica. Ejemplos: el retrasa de la llegada del AVE a Barcelona, las líneas 9 y 10 del metro, el túnel de la Sagrera, el Cuarto Cinturón, el eje transversal, el canal Segarra- Garrigues o la ampliación –una inversión de 1700 millones perdida- del aeropuerto. Más: el rechazo de ampliación de la autovía de Lleida –responde a la “lógica de los 90” y hay que “descarbonizar la economía”, alegan los alcaldes- y el incumplimiento de la inversión prevista en los Ferrocarrils de la Generalitat de Catalunya, en el Pacto Nacional por la Industria y en el Plan de Choque para el Empleo. ¿En algún momento PSOE y el PSC utilizan datos para contrarrestar el victimismo de la Generalitat?

¿Qué ocurre aquí? Las tragaderas del socialismo, de nuevo. Todo por el “diálogo” y el poder. Incluso, favorecer que el independentismo retome sus teorías del déficit fiscal y la España que roba. Y el PSOE les da la razón al presupuestar 78, 2 millones para ampliar la AP-7. Cosa que ocurre justo después de que Pere Aragonès brinde un plantón a la ministra del ramo Raquel Sánchez. ¿Adivinan cuál es la inversión/intención del PSOE en Cataluña?

(ABC, 17/6/2022)

Junts 

El balance de Junts, dos años después de su congreso fundacional, tiende a cero. Hoy están igual que anteayer. Por ello, el congreso que los exconvergentes han celebrado en Argelers –una primera parte a la que le sucederá otra en Hospitalet de Llobregat- podría tener su importancia. Antes o después, Junts deberá  decidir qué alianzas municipales establece, si rompe con ERC, si sigue o no en el Govern, si continúa el acuerdo con el PSC en la Diputación de Barcelona, si elabora una hoja de ruta independentista propia –ya se ha redactado un borrador tremebundo para satisfacer a la parroquia- y si plantea, a corto o medio plazo, un referéndum para poner en evidencia a ERC. A ello, hay que añadir la cuestión del poder. Si tenemos en cuenta que el futuro de Laura Borràs está cargado de malos presagios, si tenemos en cuenta que Jordi Turull es un político inhabilitado, ¿quién liderará Junts? ¿El propio Jordi Turull?  ¿El impaciente Jume Giró que llegaría a la cúpula aupado por Jordi Sanchez? ¿Algún tapado de Carles Puigdemont? ¿Cesarán las presiones y apremios de un Carles Puigdemon que se va, pero seguirá ahí?   ¿Quién aceptará la cabeza de lista en las municipales de Barcelona sabiendo que fracasará en el intento? ¿Las familias exconvergentes harán las paces? ¿Quién controlará la maquinaria electoral?  

A Junts se le plantea la misma incógnita que a ERC: ¿qué quiere ser cuando sea mayor? ¿Seguirá con los tics del “proceso” y la bandera del 1-0? ¿Qué papel jugarán en el tinglado exconvergente los miles de militantes pujolistas que sobreviven como pueden en el partido? ¿Habrá un cambio generacional que relegue a la vieja gloria del “proceso”? ¿Esa vieja gloria asumirá que ya pertenece a la categoría de personal amortizado con derecho a la jubilación anticipada? Además de la independencia, ¿qué ofrecerá Junts –si tiene algo que ofrecer- a la ciudadanía? La victoria de Jordi Turull invita a la moderación del partido. Aunque, solo sea para recuperar el voto perdido en beneficio de ERC.

(ABC, 10/6/2022)

Juegos 

Aragón y Cataluña miran de reojo a los Juegos Olímpicos de Invierno 2030. Aragón –que teme otro Sijena- no se rinde a las presiones de Cataluña y Cataluña no cede a las pretensiones –una distribución equitativa entre vecinos: habrase visto- de Aragón. Aragón no quiere que los Juegos los capitalice Barcelona y Cataluña no quiere que los capitalice Zaragoza/Jaca. Para apaciguar el ambiente, Cataluña propone que la candidatura se denomine Barcelona-Pirineos. Nombre, dice, que cumple el deseo  de un COI que desea incorporar la cordillera pirenaica a la familia olímpica. Cuando parece que el acuerdo puede llegar, todos se pelean por la sede del patinaje. El Ayuntamiento de Barcelona, ecologista y sostenible, atado por su política de decrecimiento, ni está ni se le espera. Por su parte, a la Generalitat de Cataluña –enredada en un referéndum que no se hará- no se le conoce ningún proyecto de nuevas infraestructuras. Lo que sí hace la Generalitat de Cataluña es enredar la cuestión solicitando una candidatura independiente sin contar con Aragón. Y el COE, en perfecta consonancia con la concordia y colaboración que define el olimpismo, añade que podrían sumarse ciudades aragonesas sin contar con el gobierno aragonés.  

Aunque no lo parezca, ambas partes muestran su disposición a seguir dialogando. No lo crean. Por su parte, el COE, una vez fracasado el diálogo entre Aragón y Cataluña, propone una candidatura técnica para salvar los Juegos. Una pérdida de tiempo. Añadan que el COI ha perdido la confianza en una candidatura incapaz de generar consenso institucional que, por lo demás, tampoco garantiza la viabilidad económica y técnica del proyecto. A pesar de todo ello, Cataluña y el COI se guiñan el ojo. Particularmente, creo que la candidatura se desplomó cuando Pedro Sánchez dijo que “contemplamos esta candidatura como un proyecto de país con dos comunidades autónomas directamente implicadas que diseñarán ese proyecto de igual a igual”. Nos vemos en Sapporo, Salt Lake City o Vancouver.

(ABC, 3/6/2022)

Tragaderas

Lo que sorprende -¿sorprende?- de la actitud del PSC ante la Proposición de Ley sobre el uso y aprendizaje de les lenguas oficiales en la enseñanza no universitaria –trámite de urgencia con lectura única: democracia refinada-, son las tragaderas con que el socialismo catalán se dispone a engullir el discurso político e identitario del nacionalismo catalán. Por un lado, el PSC compra la cantinela nacionalista según la cual la inmersión lingüística ha sido un modelo eficaz y de éxito si tenemos en cuenta –dicen- que todos los alumnos, al terminar los estudios no universitarios, son competentes en las dos lenguas oficiales en Cataluña. Por otro lado –atendiendo a la Proposición-, el PSC comulga con la política educativa nacionalista, identitaria y excluyente,  que afirma que “el catalán, como lengua propia de Cataluña, es la lengua normalmente utilizada como lengua vehicular y de aprendizaje del sistema educativo y de uso normal en la acogida de los recién llegados”. Colofón: “el castellano será utilizado en los términos que fijen los proyectos lingüísticos de cada centro” de acuerdo con determinados criterios como el “entorno”, la “integración” y la “transversalidad”. Una política que se mueve entre la sopa de pobres y la obra de caridad. El catalán deviene una lengua de primera división mientras que el castellano descendiente a regional preferente con posibilidad  de ascender a tercera división según el criterio de cada centro. Por eso, el catalán es vehicular y el castellano –en el banquillo de los reservas- curricular.  Una Ley para incumplir la Ley.  

No debe sorprender  que el PSC colabore en la desobediencia lingüística nacionalista. A fin de cuentas, el socialismo lleva décadas siendo la muleta del nacionalismo. Y, la verdad sea dicha, no le salido mal a tenor de lo que señalan hoy las elecciones y encuestas: Pedro Sánchez gana las generales, Salvador Illa gana las autonómicas, y las municipales no apuntan mal. Las tragaderas como táctica. Probablemente, también como estrategia.  

(ABC, 27/5/2022)

Babilonia

Ada Colau, alcaldesa de Barcelona, con los cruces de calles convertidos en plazas y las calles transformadas en ejes verdes, está convirtiendo el Ensanche en la versión post de los Jardines de Babilonia. Sostiene Ada Colau que hay que pensar o repensar la ciudad del siglo XXI con menos contaminación –lean, menos coches-, con una mejor movilidad peatonal y con más espacio público. Por eso, proyecta las llamadas superislas  -lean cruces de calles devenidas plaza-, reduce los carriles de circulación de los coches, instala bancos y mesas en las calles bajo los árboles y, para que nada falte, cubre el asfalto con hierbas y macetas o maceteros. El “urbanismo táctico”, dicen. “Un cambio estructural”, concluyen.

El objetivo de todo ello: “extender un modelo que genera más espacio seguro, un entorno más verde y ganar calles y plazas para hacer vida y dinamizar y fortalecer el comercio de proximidad”. Lo cierto es que las superislas están fracasando por falta de público, que algunas de esas superislas son una fuente de inseguridad pública, que no se dan permisos para hoteles, restaurantes o bares, que una parte del comercio de proximidad  ha cerrado porque los ejes verdes dificultan el acceso de los clientes. Por las superislas y las calles ecológicas –con menos carriles o ningún carril: velocidad máxima, 10 kilómetros por hora- circulan menos coches y ha disminuido la contaminación y el ruido. Pero, el coche –con la contaminación y el ruido a cuestas- se ha trasladado a las calles adyacentes. En cualquier caso, el Ayuntamiento está satisfecho a tenor de las palabras de Janet Sanz, teniente de alcalde de Urbanismo, Ecología y Movilidad: “queremos que Barcelona sea una ciudad envidiable donde todo el mundo quiera vivir”. Y Ada Colau, encantada de haberse conocido, convencida de la bondad de su proyecto, asegura que “queremos recuperar el espíritu de Cerdà”. Y lo dice Ella, que se ha cargado los chaflanes de Ildefons Cerdà. Un proyecto que, en su primera fase, solo costará 38 millones de euros.    

(ABC, 20/5/2022)

Inmunidad

Pere Aragonès -además de un encuentro de presidente a presidente con Pedro Sánchez- exige explicaciones, responsabilidades y dimisiones. Pere Aragonès, al igual que el independentismo, exige la inmunidad. Pere Aragonès no puede ser investigado por ser quien es: presidente de la Generalitat de Cataluña. Lo mismo ocurre con el independentismo: el nacionalismo catalán no se toca. Tanto da que la investigación esté autorizada por la Justicia o que el independentismo tenga una larga historia –incumplimiento de la legalidad constitucional y de las resoluciones de los Altos Tribunales, golpe a la democracia y al Estado de derecho o violencia  callejera- de deslealtades. No han hecho nada. Inocentes por definición. Por eso no se les puede investigar. Quien lo haga persigue ideas y comete un delito. El independentismo catalán está fuera de toda sospecha. De ahí, que el independentista exija inmunidad. Intocables e inviolables.

¿El delito de sedición y malversación con sentencia firme? El Tribunal Supremo persigue ideas y el Estado continúa con la represión, aseguran. España no es de fiar, dicen. Y el caso es que Pedro Sánchez los indulta por “utilidad pública” (?) a cambio de un equilibrio político inestable que se caracteriza por la amenaza o el chantaje. ¿La desclasificación de algunos documentos del CNI y la reanudación de una mesa de diálogo que justifica la política “moderada” de ERC, y enoja a Junts, una vez cesada la directora del CNI? Insaciables.    

La inmunidad que Pedro Sánchez ha concedido –oportunismo político- al independentismo tiene sus costes. La inmunidad –además de poner una soga en el cuello de Pedro Sánchez: él la ha buscado sin pausa y con prisa- merma la credibilidad del Estado, desgasta y deteriora las instituciones, desprestigia y desestabiliza el Gobierno, agujerea el CNI, implementa un conflicto de alcance indeterminado y facilita aún la victimización independentista. Pedro Sánchez depende de una ERC que siempre cobra –ya sea en metálico o en especies- su factura.

(ABC, 13/5/2022)

Portazo

La Conferencia sobre el Futuro de Europa (CoFoE) es una iniciativa pilotada por la UE en que participan el Parlamento Europeo, los parlamentos nacionales, el Consejo Europeo, la Comisión Europea, los Paneles de Ciudadanos Europeos y otras organizaciones sociales. Tras un año de debates en que han participado ciudadanos anónimos, el Plenario ha aprobado 49 propuestas.   

De estas propuestas cabe mencionar las aceptadas y las rechazadas. Entre las aceptadas, llama la atención las que piden que la UE asuma la competencia compartida con los Estados en materia de sanidad así como la derogación de los acuerdos por unanimidad en el Consejo Europeo. Propuestas que exigirían la revisión de los Tratados de la Unión. A esas propuestas se añaden otras: listas electorales transnacionales, ampliación del poder del Parlamento Europeo, impulso de las fuerzas armadas europeas, armonización fiscal, impuesto mínimo de sociedades, salario mínimo, educación europea, revisión de la política migratoria, más trenes y menos coches.

Al respecto, destacan dos de las propuestas rechazadas. Primera: que la Unión Europea instituya un “mecanismo” para que las naciones sin Estado se autodeterminen, porque “Europa no puede ser una camisa de fuerza incapaz de responder a las demandas democráticas de su gente”. Segunda: que el catalán sea lengua oficial de la Unión Europea, porque “los catalanohablantes tienen el derecho a no ser tratados como ciudadanos de segunda clase por razón de lengua”. Arguye el nacionalismo catalán que estamos ante una decisión poco democrática, porque estas dos peticiones están entre las más votadas. ¿Qué apoyos? La primera, 801. La segunda, 690. Vale decir que, como informa la CoFoE en su página web, en la iniciativa participaron más de 50.000 personas. Detalle: las propuestas rechazadas provienen de la ANC en concurso con Junts. Europa no les mira ni les espera. Europa les da otro portazo. Carles Puigdemont se siente decepcionado, porque se recorta un “derecho civil y político”. ¡Vaya por Dios!

(ABC, 6/5/2022)

Genuflexión

No es habitual que el Ministro de la Presidencia del Gobierno de España acuda –un domingo por la mañana- al Palacio de la Generalitat de Cataluña para hablar con la Consejera de la Presidencia del Govern sobre el  denominado Catalangate. En  democracia, las explicaciones se piden y se reciben en el Congreso. ¿Que Pere Aragonès –presidente de la Generalitat- exige explicaciones como máximo durante la “próxima semana”? Pero, ¿quién es Pere Aragonès para verbalizar tamaña exigencia? ¿Por qué Pedro Sánchez impulsa el viaje del ministro? Se dirá que el PSOE gobierna, entre otros, gracias a los votos de ERC. Y, ¿qué? 

Pere Aragonès –que ha convertido el asunto en la última carta del “proceso”- busca la genuflexión del PSOE y la consigue. Y ERC –arrastrada por Junts y una campaña victimista sin parangón desencadenada por los medios subvencionados- ni siquiera acepta las concesiones del PSOE. Y no solo eso, sino que la Consejera de la Generalitat -reaparece de nuevo el Frankenstein de la política catalana- no se  muestra “satisfecha con las explicaciones del ministro que son insuficientes, vagas, inconcretas y de resultado incierto”. Más: la consejera exige –la historia de nunca acabar- “claridad, honestidad, responsabilidad y dimisiones”. Por si fuera poco,   apela a la “democracia” y la “ética”. ¡Y lo dicen ellos! La consejera concluye que “si el gobierno español no se mueve, habrá consecuencias graves”. El nacionalismo catalán busca más concesiones y ERC satisface los requerimientos de Junts. ¿Renunciará ERC a los privilegios que se derivan del apoyo al Frankenstein español? Serias dudas. Lo que sí podría hacer es diseñar la hoja de ruta de la ruptura –de momento, en la reserva- con el PSOE para intimidar a Pedro Sánchez y regalar un caramelo a Junts. En cualquier caso, ¿de qué le sirvió a Félix Bolaños el libro “En defensa de la conversación” que colocó en la  alargada mesa de diálogo -parecida a la de Vladímir Putin en el Kremlin- en cuyos extremos estaban el Ministro y la Consejera?

(ABC, 29/4/2022)

Ofensiva

El presunto espionaje del que habría sido víctima el independentismo catalán –“el caso más grande de espionaje en el mundo” y un “GAL digital”, asegura el siempre ponderado Carles Puigdemont- ha desatado la mayor ofensiva propagandística del nacionalismo catalán. Un victimismo de alto voltaje, propiciado por el informe de un grupo de expertos en ciberseguridad de la Universidad de Toronto, publicado por The New Yorker y firmado por el activista cool Ronan Farrow, en donde aparece citado 13 veces -como alma de la investigación- Elies Campo. ¿Quién es Elies Campo? Un joven “de 39 años nacido y crecido en Cataluña que apoya la independencia”. Un informe de parte bajo sospecha.     

La ofensiva independentista -¿dónde está el patrocinador Elies Campo?- se ciñe escrupulosamente al protocolo nacionalista. Por un lado, el independentismo necesita que el mundo les vuelva a mirar y por eso arremete contra el Estado, levanta la voz en la UE, y presenta querellas en seis Estados, la UE y la ONU. Por otro lado, los partidos independentistas aprovechan la coyuntura para descalificarse de nuevo.  Junts intenta sacar los colores a ERC por confiar “en un gobierno capaz de hacer está trama criminal”. Pere Aragonès reacciona: “no se puede recuperar la normalidad de las relaciones políticas” y por ello “queda afectada” –no rota- la mesa de diálogo. Pere Aragonès también saca pecho y pide un “cara a cara” –así se marca perfil frente a Junts y la parroquia independentista- con Sánchez. No solo eso, pues nos brinda una lección de democracia cuando demanda que “todo demócrata exija la máxima transparencia”, porque –un auténtico arrebato de sabiduría- “la principal víctima de Pegasus es la democracia”. El sermón de Oriol Junqueras, claro está: “hay que evitar esta deriva de este régimen represivo y autoritario”. El remate de Carles Puigdemont: “después de ese escándalo, las cosas no han de seguir igual”. La ANC da la nota: “no se dan las condiciones para le negociación”. Cada uno está en su papel. El penúltimo acto del “proceso”.   

(ABC, 22/4/2022)

Lastre    

Elisenda Paluzie -presidenta todavía de la autobautizada Asamblea Nacional Catalana, ANC- ha sido recientemente nombrada vicepresidenta de la Organización de Naciones y Pueblos no Representados (UNPO). Dicha organización se define a sí misma como un “movimiento” cuyo objetivo es “empoderar las voces de los pueblos marginados y no representados” para “proteger sus derechos a la autodeterminación”. La UNPO representa a pueblos cuya “oportunidad de participar en el escenario nacional e internacional es limitada y luchan por ejercer plenamente sus derechos a la participación civil y política y controlar su desarrollo económico, social y cultural”. Pueblos que “en muchos casos, son objeto de las peores formas de violencia y represión”. La UNPO reúne, entre otros, a los aborígenes de Australia, los tártaros de Crimea, el Frente de Liberación Nacional Aceh-Sumatra, el Consejo de Gobierno de Ambazonia, el Partido Solidaridad Democrática de Al-Achwaz, la Alianza Asiria Universal, Somailandia, el Frente Nacional Chin o Togolandia Occidental.

¿Qué pinta la ANC en semejante conglomerado de pueblos y movimientos? ¿Quizá esa correa de transmisión –desgastada y agrietada- del “proceso” que es la ANC cree que la entrada en la UNPO amplificará el reconocimiento internacional del llamado problema catalán así como la influencia del independentismo en la ONU? ¿Acaso la ANC cree que la UNPO facilitará la autodeterminación de Cataluña? El padre severo persevera. Aunque, ello suponga la inclusión de Cataluña en la lista de unos pueblos o movimientos que nada tienen que ver ni con la realidad catalana, ni con la democracia, ni con el Estado de derecho. La ANC tiene todo el derecho del mundo a hacer el ridículo de la manera que más le convenga. Lo que falta por saber es quién financia la UNPO –“se financia por sí mismo”, dicen- y si el nacionalismo catalán morderá el anzuelo de una ANC que ha devenido un auténtico lastre del que el independentismo no tardará mucho en desprenderse. Si no es que lo ha hecho ya.

(ABC, 14/4/2022)

Marejada

Sigue la marejada en Junts. Jordi Sánchez, actual secretario general de la formación exconvergente, anuncia, probablemente presionado por las críticas internas que lo tildan de tomar las decisiones a su aire y a espaldas de la dirigencia, que no se presentará a la reelección en el próximo congreso que se celebrará en el mes junio. Y lo hace –dice- con la intención de favorecer la unidad del partido por la vía de una lista única que se aleje de los personalismos. Cosa imposible si tenemos en cuenta que Junts es lo más parecido a un reino de taifas. En efecto, en el califato de Bruselas, destacan nombres como Jordi Turull, Laura Borràs, Jaume Giró, Jordi Puigneró o Victòria Alsina. Todos ellos, con el permiso –de momento- de Carles Puigdemont -que aún conserva su autoridad dentro del partido por increíble que parezca-, aspiran a la secretaría general de Junts. Candidatos que responden a los intereses de las diversas corrientes del partido: Jordi Turull representaría a la Convergència tradicional, Laura Borràs y Jordi Puigneró tendrían la confianza de Carles Puigdemont, y Jaume Giró y Victòria Alsina se presentarían de la mano  de Jordi Sánchez.

En cualquier caso, la sucesión de Jordi Sánchez –impulsor del Govern que mantiene buenas relaciones con ERC- plantea diversas incógnitas. Sin Jordi Sánchez en la sala de máquinas de Junts, ¿qué futuro tiene la coalición que está al frente de la Generalitat de Cataluña? Carles Puigdemont –atención al TJUE y el TGUE-, ¿seguirá presionando desde Bruselas o se conformará con ese juguete que es el Consejo por la República? ¿Es posible la unidad de un Junts que no es otra cosa que un partido de aluvión con intereses diversos? ¿Todo ello influirá –Junts tiene centenares de ayuntamientos y cargos- en las elecciones de municipales de mayo de 2023? La salida de Jordi Sánchez, ¿será el fracaso del pragmatismo?  ¿Qué quiere ser y qué será Junts? Quien sí está encantado con la marejada de Junts es una ERC que contempla el espectáculo con una sonrisa.

(ABC, 8/4/2022)

Torpedos   

Durante los últimos días, Junts ha lanzado un par de torpedos a la línea de flotación de ERC. El primer torpedo: la lengua. Resulta que después del pacto –ERC, Junts y esa siempre fiel oposición formada por el PSC y los comunes- para modificar la Ley de Política Lingüística –un intento de eludir la sentencia que obliga a que el 25 % de la enseñanza se imparta en lengua española-, Junts se desdice. No se lo crean. La modificación se acabará tramitando en el Parlament, ya sea por la vía del “consenso de país” o  gracias a un retoque sintáctico del documento. O las dos cosas a la vez. El objetivo de Junts: llamar la atención a ERC señalándole que sin el concurso de los postconvergenes los republicanos podrían tener más problemas de la cuenta.

Del primer torpedo –del primer aviso- al segundo. La consejera de Justicia de la Generalitat, Lourdes Ciuró, militante de Junts, declara que el 52 % independentista es una pamema y que, según vayan las cosas,  Junts podría pactar con el PSC –sigue la fiel oposición- como ya sucede en la Diputación de Barcelona y ocurrió en el Ayuntamiento de Sabadell cuando Lourdes Ciuró era concejala. Otro aviso a ERC –que la dirección de Junts desautoriza, como es preceptivo en estos casos- recordándole que Junts está ahí y que la geometría política en Cataluña no es solo variable, sino voluble. ¿Qué busca Junts? Un lugar al sol en la política catalana. Traduzco: Junts quiere compartir el poder, administrar los fondos europeos que están al llegar y los 200 millones de euros que el Estado ya ha transferido a la Generalitat de Cataluña. Junts también quiere marcar perfil en la cuestión del 25 %  y formar parte de la mesa de diálogo con el Gobierno. De ahí, la contienda o pelea o lucha sin cuartel entre los republicanos y los postconvergentes con un PSC siempre al acecho que navega en un mar de intereses, de compromisos y de contradicciones de índole diversa. En definitiva, hay que estar en la pomada. Todos. No solo ERC y Junts, sino también el PSC y los comunes.

(ABC, 1/4/2022)

Sueño

La otra noche soñé que en el Telenotícies vespre de TV3 irrumpió, detrás del presentador, una señorita con un cartel  que decía “No a la independencia. Parad la independencia. No creáis la propaganda. Os están mintiendo”. La señorita gritó “alto a la independencia” y añadió que “estaba avergonzada de haber dicho mentiras en la pantalla de televisión y de haber permitido la zombificación de los catalanes”. Concluyó diciendo que “durante muchos años había trabajado en TV3 haciendo propaganda del `proceso´ y que  solo nosotros podemos parar esta locura y que hay que protestar sin ningún miedo para desvelar las mentiras y que la verdad aflore”. Mientras el presentador del informativo –visiblemente perturbado- alzaba la voz, el realizador dio paso al anuncio de una compañía telefónica catalana que invitaba a “romper el silencio y a hablar en catalán, porque es nuestra lengua”. Me desperté  alterado. Vaya, era un sueño.

Sigmund Freud me devolvió a la realidad. En el sueño existe un contenido latente reprimido resultado de una combinación difusa y confusa de cosas vistas y oídas. En el sueño tiene lugar un proceso de condensación y desplazamiento –una representación- producto de la experiencia vivida y el deseo. En esta ocasión, TV3 desplazó al Pervyi Kanal ruso, el Telenotícies vespre catalán sustituyó al informativo ruso Vremia, y la redactora catalana rebelde ocupó el lugar de la periodista rusa igualmente rebelde Marina Ovsianikova. Días después, leí en la prensa que la intervención de Marina Ovsianikova obedecía a una operación de propaganda orquestada por Vladímir Putin con la intención de publicitar la inexistente libertad de opinión en Rusia. Puede ser. Y me pregunté si TV3 será algún día capaz de liberarse de sus ataduras nacionalistas en beneficio de la pluralidad informativa. Si algún un día TV3 llegará a ser la televisión de todos los catalanes y no solo el portavoz del nacionalismo antidemocrático y desleal que ha perjudicado y fracturado a la sociedad catalana. ¿Un sueño?

(ABC, 25/3/2020)

Putin.cat

Si Gerard Depardieu obtiene la nacionalidad rusa, si Leonardo DiCaprio, Sharon Stone, Kevin Kostner, Monica Belluci, Naomi Campbell o Jack Nicholson se retratan con Putin, ¿por qué Carles Puigdemont –según informó el The New York Times y ahora investiga la Comisión Especial sobre Injerencias Extranjeras de la Unión Europea- no podía pedir ayuda –en secreto, los catalanes somos prudentes y reservados- al déspota de Moscú? Cada uno vela por sus intereses. Si Gerard Depardieu busca evadir impuestos, si a las celebrities les mueve el afán de publicitarse para  ampliar su mercado, ¿por qué Carles Puigdemont no podía pedir ayuda a Putin?  Lo explica el rotativo neoyorquino. Título: Una pareja de espías del Kremlin, una sospechosa misión a Moscú y agitación en Cataluña (3/9/2021). Los redactores, Michael Schwirtyz y José Bautista, cuentan que el independentismo catalán “había sido en gran parte derrotado tras un referéndum” y que la Unión Europea y Estados Unidos “apoyaban los esfuerzos de España para mantener el país intacto” después de “haber rechazado los pedidos de ayuda de los separatistas”. Así las cosas, afirman los autores, para el independentismo “en Rusia una puerta se abría”.   

El acuerdo frustrado entre Putin y el independentismo respondería a la teoría utilitarista del interés mutuo. Si Gerard Depardieu y las celebrities blanquean la imagen del déspota ruso a cambio de un paraíso fiscal y una fotografía, ¿qué ofrecería la Cataluña independiente? A uno se le ocurre que Cataluña tiene puertos estratégicamente situados en el Mediterráneo y que el pacto casa con la política del Putin que quiere desestabilizar la Unión Europea engordando a la ultraderecha. A cambio, Putin podría haber ofrecido reconocimiento, ayuda múltiple y muchos tuits contra España y pro Republica catalana. Vale decir que Carles Puigdemont hizo méritos para congraciarse con el autócrata si tenemos en cuenta sus declaraciones al Komsomólskaya Pravda en donde arremete contra la Unión Europea. Todo por Cataluña.

(ABC, 18/3/2022)

Estorbo   

Carles Puigdemont molesta a todos. Molesta a ERC, porque, además de tildarles de inútiles, se empeña en jugar un papel –el presidente legítimo-  que no le corresponde. Molesta a Junts, porque es una fuente de conflicto y división entre los suyos que no saben qué hacer con él. Molesta a ERC, Junts y la CUP, porque –dice- son unos incapaces cuando se trata de definir la estrategia de la independencia. Molesta también al PSOE, porque el independentismo exige una modificación pro reo del Código Penal en beneficio del fugado. Molesta a la Unión Europea -que lo ha instalado en la última fila del Parlamento: una metáfora explícita-, por sus  relaciones con el Kremlin que actualmente se están investigando. Por si fuera poco, el prófugo de la Justicia ha constituido un fantasmal Consell per la República –escuderos, conmilitones y paniaguados-  que, en una votación a la rusa, le ha investido presidente de la cosa. Un Consell que, como no podía ser de otra manera tratándose de Carles Puigdemont, sigue molestando a diestro y siniestro. Resulta que dicho Consell pretende tomar la iniciativa por sí solo sin esperar a los partidos políticos. Yo, el Supremo. Hay más, pues Carles Puigdemont tiene un plan para relanzar la independencia nacida –asegura- del 1-O. Un plan titulado Preparem-nos! Recuperem la iniciativa! que propone resistir, cultivar las ayudas internacionales, organizarse, desbordar democráticamente (?) al Estado, controlar el relato, explicarse en el extranjero y construir un estado catalán de derecho y soberano. Un incordio para quienes se están instalando en la realidad y todavía no han digerido el fracaso del “proceso”.  

El objetivo de Carles Puigdemont no es otro que el de mantener viva su figura, blanquear una imagen cada día más deteriorada,  marcar un perfil propio que le permita sobrevivir, volver a camelar –engaño sobre engaño- a la parroquia integrista, y presionar y poner en apuros a los partidos independentistas descalificándolos por tibios o entreguistas. Un estorbo.

(ABC, 11/3/2022)

Obscenidad

El independentismo catalán –arte de la manipulación y el engaño- siempre busca sacar tajada. Ha logrado que parte  de la población catalana crea en la existencia de un derecho a decidir que no se encuentra como tal ni en la legislación nacional ni en la internacional. Ha conseguido que calara la idea según la cual Cataluña es sujeto del derecho de autodeterminación cuando ni la ONU -resoluciones de 1960, 1966, 1970 y 1995- ni la Unión Europea –resolución del Parlamento Europeo de 26/11/2020- lo contemplan. Más: ha vendido que los Grupos de Trabajo que realizan informes para la ONU constituyen propiamente hablando la ONU, cuando se trata de órganos subsidiarios generalmente de parte. Ejemplo: la Agencia Catalana de Cooperación del Desarrollo, según consta en la lista de contribuciones voluntarias de la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU (2019), de la cual depende el Grupo de Trabajo sobre la Detención Arbitraria,  aportó la cantidad de 150.000 euros. ¿Cuál fue el dictamen de dicho Grupo? Oriol Junqueras, Jordi Cuixart y Jordi Sànchez deberían ser puestos en libertad. Dictamen que, según la Generalitat de Cataluña, era “de obligado cumplimiento”. Y no se olviden del “juicio” que habría absuelto en Alemania al fugado Carles Puigdemont. Así saca tajada el independentismo catalán.   

Al socaire de la invasión rusa en Ucrania, el independentismo vuelve a la carga. Más tajada por la vía del paralelismo nada subliminal. Que si Cataluña es la Ucrania de España siempre agredida y reprimida, que si hay que retornar a las vías democráticas, que si Cataluña refuerza su compromiso por la paz y el diálogo, que si la independencia de Ucrania (o sea, de Cataluña). Por si ello fuera poco, el independentismo –abonado a la deslealtad institucional- exige el respeto a la legalidad internacional. Tuit de un ex vicepresidente del Parlament: “tengo la intuición que Ucrania podría dar una lección de cómo plantar cara a un enemigo, mas armado y con menos escrúpulos”. Obsceno.

(ABC, 4/3/2022)

Pataleta

Las relaciones entre la Generalitat de Cataluña y los sindicatos de la enseñanza han sido siempre –excepción: el período en que Ernest  Maragall estuvo al mando del Departamento de Educación- fluidas. El secreto: la Generalitat cede por sistema a la exigencia sindical. Hábito que puede romperse ahora, porque el consejero del ramo no parece dispuesto a aceptar la exigencia sindical: el curso 2022-2023 no puede empezar –como señala el Departamento- el 5 de septiembre. Afirman los sindicatos que la preparación del curso exige una semana -¿solo una?- de preparación. Problema: empezar el 5 de septiembre supone incorporarse al trabajo el 28 de agosto o empezar las vacaciones el 4 de julio. ¡Menudo sacrificio cuando se disfruta de dos meses de vacaciones! ¡Menudo sacrificio después de un par de años de pandemia que ha desacelerado el aprendizaje de los alumnos! Los sindicatos son incapaces de recuperar una semana del tiempo perdido por culpa de la pandemia. Da igual que el calendario del Departamento contemple dos festivos más de los inhábiles extras ya existentes y que durante septiembre solo se trabaje por las tardes.

Los sindicatos hablan del presupuesto, de la ratio, de actualizar el currículum, de la conciliación familiar –lean, no trabajar por la tarde- y de los interinos. A lo que hay que añadir las diatribas contra los privilegios –supuestos- de la enseñanza concertada, privada y diferenciada que sí empezará el 5 de septiembre. ¿Cómo en la mayoría de Comunidades Autónomas. ¿Qué interesa realmente a los sindicatos? El calendario. Traduzco: preservar a machamartillo la última o primera semana de vacaciones. O eso o a la huelga. La pataleta del sindicalismo mimado. Un ejemplo del corporativismo indolente del sindicalismo que, todos a una, se pone de acuerdo para mantener los días en rojo –Cataluña o la región europea con más vacacione estivales- del calendario escolar. Sigue la confusión entre las vacaciones laborales y las educativas. ¿Por qué el sindicato ha de imponer el calendario?

(ABC, 25/2/2022)

Nada

ERC no está contenta ni con Junts ni con la CUP. Tampoco, con el PSC y  los comunes. ERC necesita hacer cosas tangibles para ser creíble y recuperar el prestigio y esperanzas que había tenido o generado en sectores independentistas. Más: ERC necesita hechos y argumentos –no únicamente palabras- para justificar el poder que detenta y no perderlo en un par de años, antes de las elecciones municipales de 2023. ¿Qué hacer en semejante coyuntura? ERC puede reivindicar, por enésima vez –la insoportable pesadez del independentismo desahuciado-, la amnistía y la   autodeterminación. Un pour parler que no conduce a ninguna parte y molesta al sector más integrista del integrismo nacionalista que asegura que el referéndum de autodeterminación ya tuvo lugar el 1-0 y no hay que repetirlo.

Así las cosas, descartada –por razones obvias- la ruptura con el PSOE y la desobediencia, Pere Aragonès, solemnemente, imparte doctrina en el marco incomparable del Museu Nacional d´Art de Catalunya. Desde el atril, delante de una pantalla en donde podían leerse palabras como “nación”, “avanzamos”, “orgullo”, “independencia” o “libertad”, el president habla de “recoser” la unidad independentista, de “unidad de acción”, de “grandes consensos que nos definen como país” o de la necesidad de “activar todos los mecanismos de presión para desbloquear la negociación” con el Estado. Parole, parole, parole. La novedad de la temporada de la primavera republicana: Pere Aragonès apela a la “Cataluña entera”. ¿De qué habla? ¿Quizá reconoce que el independentismo ha fragmentado a la sociedad catalana? Más allá de todo ello, ¿a quién se dirige –suponiendo que se dirige a alguien- el president Pere Aragonès? Probablemente –sin descontar a la prensa amiga-, a los paniaguados del “proceso” que están en las primeras fila y a ese líder de la fiel oposición que es Salvador Illa. La conferencia de  Pere Aragonès se resume con una  palabra: nada. Lo dijo Rudolf Carnap en su crítica de la metafísica Martin Heidegger: la nada nadea.

(ABC, 18/2/2022)

TV3

TV3, Televisión de Cataluña, siempre ha tenido una especial habilidad para impartir y difundir doctrina. Dicho sea en la acepción de producir, ofrecer  y propagar ideas. TV3 sobresale en el arte de la transmisión y/o la inoculación –en el sentido biológico: colocar algo que crece y se reproduce- de determinados mensajes y concepciones del pasado, presente y futuro  de Cataluña. La mejor prueba la ofrece la persistente campaña de agitación y propaganda que TV3 puso al servicio del “proceso”. Una campaña que, por cierto, sigue ahí.

En cualquier caso, TV3 ha ampliado el abanico del agitprop al terreno de la ecología, los muchachos de Alsasua, la represión del Estado, la causa general contra el independentismo, la magnificación de cualquier problema que afecte a España o –no es una broma- la reivindicación de las brujas del pasado. Al respecto, conviene añadir la puesta al día de una TV3 que, como si de una cadena podemita se tratara, apuesta por lo que, genéricamente hablando, se denomina la ideología de género y las nuevas formas de relación social. Cosa que TV3 hace por la vía de las telenovelas de sobremesa. Ahora, en Com si fos ahir, es decir, Como si fuera ayer, aparecen un trío familiar con hija compartida,  el transexual  en lucha por la normalidad y la aprendiza de queer. el equipo de futbol mixto donde brillan las féminas, la jovencísima y desbridada hija de un divorciado enamorado de dos amigas, un niño de estética ambigua y un homosexual comme il faut. Y diseñadoras, consultores, decoradoras, emprendedores. Añadan la cooperante de una ONG enfadada con el Sistema, los políticos y el egoísmo en general. Como no podía ser de otra manera, el único personaje que habla en castellano: una exótica abuela andaluza en un mar de catalanohablantes. Todo ello bien calculado: un artefacto de ingeniería donde cada pieza tiene su función. Un mundo hecho de estereotipos y mensajes subliminales. Listo para el consumo. TV3, la que hace país. TV3, la que amplía la base. TV3, la teva. Dicen.

(ABC, 11/2/2022)

Desobediencia

En unas recientes declaraciones, Pere Aragonès, presidente de la Generalitat de Cataluña, representante ordinario del Estado en Cataluña, brindó un ejemplo de las malas artes del nacionalismo catalán. En su visita a Vic –principal ciudad de la denominada Cataluña catalana-, el presidente de la Generalitat instó al profesorado a desobedecer la sentencia que obliga a impartir el 25% de las clases en lengua española. El texto: “Tienen [los profesores que desobedezcan la sentencia] el Govern a su lado, que asume la responsabilidad política, jurídica y de actuar para defender el modelo de escuela catalana”. Un brillante ejemplo de la desobediencia y la deslealtad institucional. Más: un manual de desobediencia condensado en un par de líneas en el cual destaca la insistencia –incluso, el apremio y el ruego- en el desacato y la insubordinación así como el afán de victimizarse frente –dicen- a la represión del Estado. Una victimización que tiene dos caras: por un lado, Pere Aragonès se reivindica ante la fiel infantería independentista que duda del arrojo de ERC ante el Estado y la autodeterminación; por otro lado, Pere Aragonès se reivindica ante un Junts que afirma que ERC, literalmente hablando, no ha hecho nada.

Vale decir que Pere Aragonès, como no podía ser de otra manera, recurre al argumentario cásico del independentismo catalán: la sentencia sobre la lengua “es una especie de 155 educativo”. Esto es, sigue la represión del Estado contra la Cataluña democrática y el derecho de los catalanes. Ante tamaño atropello, Pere Aragonès asegura solemnemente que “lucharemos con todas las herramientas que tengamos a nuestro alcance defendiendo la buena labor que realizan los docentes de este país, confiando en los docentes de este país, que es el modelo que tenemos”. Frase que tiene su traducción política: seguiremos adelante en la lucha contra el Estado y en favor de la República catalana. Las declaraciones de Pere Aragonès son el espejo del “proceso” y el reflejo del sujeto independentista.

(ABC, 4/2/2022)

Cálculos

Calculadora en mano, los republicanos suman y restan. ¿Hay que aprobar la reforma laboral de Pedro Sánchez? Si ERC los aprueba, garantiza la continuidad –si Unidas Podemos no se extravía-  de Pedro Sánchez al frente del Ejecutivo durante toda la legislatura. Para ERC, la aprobación de la reforma laboral del PSOE suma si tenemos en cuenta que impide la hipotética llegada al poder del PP –adiós a los restos del “proceso”- en unas generales adelantadas. Pero, por otro lado, el sí a la reforma laboral del PSOE puede ser capitalizada por una Yolanda Díaz en alza que, a buen seguro, tendría sus consecuencias en Cataluña si tenemos presente que Ada Colau –la embajadora oficial de Yolanda Díaz en Cataluña- podría ganar las municipales de 2023 en Barcelona. Cosa que implicaría la derrota de la candidatura republicana en la ciudad condal.

La calculadora de ERC no deja de funcionar. El sí republicano a la reforma laboral del PSOE contentará a la UGT con los votos que ello supone. Pero, no es menos cierto que descontentará a la parte radical de la UGT y a la mayoría de militantes o votantes de Comisiones Obreras que podrían aterrizar en las urnas de los comunes. ¡Qué difícil es la aritmética política para ERC! Y más sabiendo que la aprobación -sin más concesiones- de la reforma laboral del PSOE puede implementar una ola de críticas de Junts y la CUP contra los republicanos por haber cedido gratuitamente ante el Estado por un plato de lentejas sin pan. Y la crítica podría aumentar de grado, forma, colores y tono teniendo en cuenta que Pere Aragonès habría aceptado que la mesa de diálogo no se reunirá hasta pasadas las elecciones en Castilla y León. ¡Otra concesión más a un PSOE que utiliza cualquier excusa para no convocar la mesa de diálogo!, gritará el nacionalismo catalán con cédula de garantía independentista. Y vaya usted a saber si, como parece, Andalucía avanza las elecciones a abril y mayo, justo antes de las vacaciones de verano. A día de hoy, la calculadora de ERC ya está gripada.

(ABC, 28/1/2022)

Autonomías

Hasta el 1 de octubre de 2017 –fecha en que se celebró el referéndum ilegal de autodeterminación- y los días que le sucedieron, el independentismo catalán había depositado sus esperanzas en los denominados frente internacional y frente interior. Por un lado, el independentismo confiaba en que algunos países de la Unión Europea, así como otros Estados extracomuniarios como Israel o Rusia, reconocerían de facto la República catalana. Por otro lado, el independentismo confiaba también en  la quiebra del “régimen del 78” que inauguraría un proceso deconstituyente que abriría la puerta –adiós al Título VIII de la Constitución  que habla De la Organización Territorial del Estado y establece el “derecho a la autonomía” de acuerdo con el artículo 2 que “reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las Nacionalidades y regiones”- al inexistente derecho a decir de Cataluña. La previsión falló. Ni el frente internacional reconoció la República catalana, ni España se ha deconstituido pese a los esfuerzos sin tregua de la extrema izquierda y los nacionalismos.

Así las cosas, el nacionalismo catalán, además de seguir dando la vara en la Unión Europea y predicando tozudamente la autodeterminación y la independencia en las “embajadas”, apunta también en otra nueva dirección. El nuevo relato: las Autonomías están superadas al haber fracasado y por ello habría que ensayar un nuevo modelo. Traduzco: autodeterminación. No es cierto que las Autonomías hayan fracasado. Sí es cierto que ha fracasado el intento del independentismo catalán para hacer fracasar las Autonomías. La prueba del éxito de las Autonomías lo brinda la aplicación del artículo 155 de la Constitución que suspendió temporalmente la Autonomía de Cataluña para recuperarla en un período máximo de seis meses, que fueron menos. En cualquier caso, no habría que despreciar la idea de replantear el sistema autonómico: ¿por qué no tasar y cerrar las competencias a la carta para proteger–como señala la Constitución- el “interés general”?

(ABC, 21/1/2022)

Marrullería

Dicen que Carles Puigdemont lleva meses meditando. Sí, Carles Puigdemont medita. Y lo haría –parece- a la manera cartesiana: reflexionando sobre sí mismo. Esa reflexión rigurosa immanente a soi que busca la autenticidad existencial del sujeto pensante. Al respecto, Carles Puigdemont habría llegado a la misma conclusión que Descarte: Je pense, donc je suis. Pienso, luego existo. Traducción: yo gané el referéndum del 1-O, luego soy el presidente de la República catalana en el exilio. Conclusión: Carles Puigdemont quiere ser reconocido como lo que cree ser. Para ello, aprovechando el reglamento del autodenominado Consejo para la República, que exige que el presidente de dicho Consejo no presida ningún partido político, Carles Puigdemont podría dimitir de la presidencia de Junts para serlo del Consejo. Es decir, para ser “proclamado” presidente de la República catalana en el exilio.

Carles Puigdemont –así regresaré a Cataluña, se dice a sí mismo- habría descubierto a Josep Tarradellas. Pero, ni Carles Puigdemont es Josep Tarradellas, ni la coyuntura de 1977 es la de 2022. Carles Puigdemont es un fugado de la Justicia democrática española y no todos los partidos políticos quieren que vuelva a Cataluña. Por lo demás, depende de los tribunales de la Unión Europa (TGUE y TJUE), del Tribunal Supremo español y –el asunto de la inmunidad- del Parlamento Europeo. En cualquier caso, más allá del delirante Consejo para la República en el exilio –que podría devenir Consejo de la República en el exilio-, el propósito de Carles Puigdemont no es otro que el de poner en apuros a una ERC que no quiere saber nada del “presidente auténtico” y que hasta ahora no ha conseguido nada de la mesa de diálogo. Así se desprestigia a los republicanos en beneficio propio. Ítem más: la dimisión de Carles Puigdemont como presidente de Junts, desatará una batalla campal por la sucesión que el presidente auténtico intentará capitalizar colocando a uno de sus fieles servidores. Marrullería: astucia de mala intención.

(ABC, 14/1/2022)

Flexibilidad  

ERC es uno de los partidos más flexibles. Más que el PSC. En Cataluña, ERC insiste en el relato integrista. Ahí está el Pere Aragonès que –con el telón de fondo de una escuela en donde solo se usa el catalán: ese es el decorado secesionista de fin de año- exige “resultados tangibles” a la mesa de diálogo, no “renuncia” a nada, amenaza con “construir alternativas” vía desobediencia, unilateralidad y mediación exterior si la negociación con el  Estado “encalla”. Añadan el rechazo del derrotismo y la enésima reivindicación de la amnistía y la autodeterminación que el pueblo catalán se habría ganado de forma reiterada. La retórica de siempre que ahora tiene fecha de ejecución –deprisa, deprisa- en 2022, justo antes de las municipales. Vale decir que hace dos semanas Pere Aragonès hablaba de celebrar un referéndum de autodeterminación antes de 2030. En cualquier caso, la retórica del President en Catalunya remite a los lugares comunes de las sectas tradicionales que, en épocas de crisis –el fracaso del “proceso”, por ejemplo-, brindan verdades inamovibles en que creer para sobrevivir a la derrota y la falta de horizonte. Un producto de consumo político- emocional que aglutina y cohesiona el grupo al tiempo que encauza voluntades alrededor de quien –ERC en competencia con Junts y la CUP- marca el camino que seguir.

La flexibilidad de ERC: en Cataluña, amnistía y autodeterminación; en el Congreso de los Diputados, estabilidad política. ERC es uno de los pivotes alrededor de los cuales gira la estabilidad política del gobierno de coalición formado por el PSOE y Unidas Podemos. En Barcelona, ERC habla de la mesa de diálogo, del 52 por ciento de no sé qué, del lingüicidio o glotofagia de que sería víctima la lengua catalana, de la autodeterminación y la amnistía. ¿Y en Madrid? Ni pío de la República catalana. Al parecer, lo único que les interesa –además de apoyar al PSOE como mal menor- es que Netflix produzca en lengua catalana. Efectivamente, yo tampoco me fío de ERC. Son muy flexibles. 

(ABC, 7/1/2022)